Tal día como hoy del año 1713, hace 310 años, en Vic; y en el contexto de la última fase de la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715), denominada Guerra de los Catalanes (1713-1714); las tropas borbónicas francocastellanas que habían ocupado la ciudad de Vic; ejecutaban a Francesc Macià y Ambert, más conocido como Bac de Roda, que había sido uno de las principales capitanes de la resistencia catalana. Francesc Macià (no hay ninguna relación familiar con el futuro president de la Generalitat del siglo XX); había nacido en 1658 en Sant Pere de Roda (un pueblo que, en aquel momento, agrupaba los actuales municipios de Roda de Ter y les Masies de Roda, en Osona); y era hijo de Onofre Macià y Escolástica Ambert.

Francesc Macià se casó con la heredera del Mas Bac de Roda, y había adquirido el apellido de su esposa. Esta particularidad estaba perfectamente contemplada en el derecho civil catalán anterior a 1714: una heredera casada con un segundón situaba su apellido en primer lugar, para transmitirlo a las generaciones futuras y, de esta manera, conservar el nombre histórico de la casa. Después de este matrimonio, Bac de Roda se convirtió en una personalidad muy influyente en aquel universo local; y fue uno de los promotores de la Revolución austriacista de 1705 en Vic. Trabajó para cumplir los acuerdos del Pacto de Génova (1705) entre el mayoritario, pero todavía clandestino, partido austriacista catalán y las potencias de la alianza internacional austriacista.

Formó parte del primer ejército austriacista catalán, integrado por 6.000 efectivos reclutados, principalmente, en Osona. Fue comandante de fusileros del Real Ejército de Catalunya, y tuvo una actuación muy destacada en varios episodios bélicos de aquel conflicto. En la última fase de la guerra, coincidiendo con la ocupación borbónica del país, se distinguió en la guerra de guerrillas. Precisamente, mientras organizaba varias partidas de resistentes, fue delatado por Josep Riera, un viejo conocido que se había pasado, secretamente, al enemigo. Según la tradición popular, cuando Bac de Roda subió al cadalso de la ejecución, proclamó: "No me matan por ser traidor, ni tampoco por ser ningún ladrón; sino porque he querido decir que viva siempre la patria".

Días después de la ejecución de Bac de Roda, su superior jerárquico Antoni Desvalls vengó su muerte. El 19 de noviembre de 1713 derrotó una columna borbónica que se disponía a masacrar Navès. Hizo veintiocho prisioneros y colgó al capitán y a cuatro sargentos mayores. El delator Josep Riera murió unos meses más tarde, el 15 de abril de 1714, por las balas de los resistentes catalanes en un enfrentamiento con tropas borbónicas de ocupación. Pocos días después, el capitán Roca, compañero de armas de Bac de Roda, conocería la ubicación de la tumba del delator, y ordenaría desenterrarlo y colgarlo en una horca. En cambio, la figura de Bac de Roda quedaría, para siempre, alojada en la memoria popular como la de un héroe de guerra.