Tal día como hoy del año 1526, hace 498 años, en el castillo de Simancas (corona castellanoleonesa), ejecutaban por el método del garrote vil a Antonio Osorio de Acuña, encarcelado en aquella fortaleza desde 1521 por orden de Carlos de Gante (el nieto y sucesor de los Reyes Católicos), como represalia por su destacado papel en la Revolución Comunera castellanoleonesa (1520-1521). En el transcurso de aquella revolución —de marcado carácter social y político— los canónigos de Toledo habían nombrado a Acuña (que ya actuaba como uno de los líderes del movimiento) arzobispo de aquella archidiócesis con la categoría de cardenal primado de Castilla y de León.

Acuña siempre tuvo existencia polémica. Era hijo natural de Luis de Acuña, obispo de Segovia y miembro destacado del "partido portugués" que en la guerra civil castellanoleonesa (1475-1479) dio apoyo a Juana, hija del rey Enrique IV, llamada "la Beltraneja" y casada con el rey de Portugal, enfrentada a Isabel, hermana del monarca y casada con el heredero al trono de Barcelona. Dotado de una gran calidad intelectual, fue enviado a formarse a Roma. Y al volver (1493) los Reyes Católicos, que ya habían derrotado a sus enemigos internos y ya gobernaban sus dominios, lo nombraron cura de cámara, con el propósito de humillar a su padre.

Formó parte del círculo más próximo a Isabel la Católica, pero tras la muerte de la reina se convirtió en uno de los líderes de las clases castellanoleonesas, totalmente contrarias a que Fernando, por su condición de viudo de la reina, asumiera el trono de Toledo en solitario. Según las fuentes documentales, Acuña tuvo un papel muy destacado en las Cortes castellanoleonesas que se celebraron después de la muerte de Isabel la Católica (1504), y que proclamaron reyes a Juana, llamada "la Loca", y a su marido Felipe de Habsburgo. Según las mismas fuentes, habría sido quien se habría enfrentado con Fernando y le habría espetado: "Viejo catalanote, vuélvete a tu nación".

El destino volvió totalmente las tornas. Después de la muerte de Felipe de Habsburgo y de la reclusión de Juana (1506), se acercó a Fernando y fue uno de sus colaboradores mientras el Católico ejercía la regencia de Castilla y León (1506-1516). Y cuando Carlos de Gante, el hijo de Felipe y de Juana vino a la Península para tomar posesión de los dominios heredados (1518), se volvería contra él y pasaría a liderar un ejército comunero formado, exclusivamente, por religiosos. Acuña sería el paradigma de aquel amplísimo segmento social castellanoleonés, formado por la baja nobleza y los gremios, que siempre se opusieron al proyecto de la unión dinástica con la corona catalanoaragonesa.