Tal día como hoy del año 1860, hace 157 años, se libraba la Batalla de Tetuán entre los ejércitos español y marroquí en el contexto de las guerras coloniales de África. En aquella batalla, que fue inmortalizada por el reusense Marià Fortuny -y que ha sido sacralizada por la historiografía nacionalista española-, participó un contingente de 466 voluntarios catalanes procedentes de Barcelona, Reus, Mataró, Tortosa, Granollers y Vilanova i la Geltrú. La victoria española de Tetuán, dirigida por el general Joan Prim -también de Reus-, fue el inicio de una etapa de expansión colonial que culminaría con la dominación española sobre el cuadrante norte del actual Marruecos.

El nacionalismo español, históricamente, ha presentado el caso de los Voluntarios como un paradigma de la implicación de la sociedad catalana en el proyecto nacional español. Pero lo cierto es que los Voluntarios -ni por número ni por relevancia- no eran representativos de nada. Los Voluntarios eran un colectivo de hombres que formaban parte de una generación malograda en las guerras carlistas y en los intentos de reavivarlas en Catalunya. La mayoría eran elementos excluidos por el sistema productivo que no tenían ningún oficio más que la milicia y ningún conocimiento más que la guerra. Las generosas pensiones que el Gobierno español les otorgó al acabar el conflicto confirman el dibujo de estos perfiles.

La mayoría no sabían hablar castellano. Ni siquiera lo entendían. Pero se estimó que eran muy válidos para la empresa que se proponía: eran personas con un acusado espíritu aventurero y una larga experiencia en los campos de batalla. El general Delgado los agrupó en un batallón: Primero de Voluntarios Catalanes, que puso a las órdenes de Victorià Sugranyes -también de Reus- y uniformó de manera folclórica. Los anales militares españoles glosan su valor y su destreza, decisivos en las victorias en territorio norteafricano. Pero la sociedad catalana no lo reconoció así. Y cuando se llamó a quintas forzosas para continuar la guerra, Catalunya reaccionó con un rechazo generalizado que culminaría con la Revolución de Gràcia.