Tal día como hoy del año 1921, hace 100 años, a las doce y media de la tarde -en el Palau de la Generalitat- se iniciaba la Reunión Ordinaria de la Asamblea de la Mancomunitat, para elegir el presidente de la institución, los miembros de la mesa, y los consellers del Govern. Aquella sesión cerró a las ocho y media de la noche y resultó elegido presidente Josep Puig i Cadafalch, de la Liga Regionalista; con 75 votos a favor y 10 abstenciones. De esta forma, renovaba el cargo de que ostentaba desde la prematura muerte del anterior presidente Enric Prat de la Riba (01/08/1917), también de la Liga Regionalista.

En aquella misma sesión fueron elegidos como secretarios de la mesa Manuel Massó, Josep Pla, Salvador Palau y Ramon Noguer. Como vicepresidentes del gobierno Antoni Jansana, Francesc Carbó, Fèlix Escalas y Ramon Riu. Y como consellers del Govern Romà Sol, Agustí Riera, Jaume Bofill, Joan Vallès, Anselm Guasch, Pere Lloret, Pere Mias y Josep Estadella. De esta forma quedaba constituída la Asamblea y el gobierno de la Mancomunitat, que serían vigentes hasta el golpe de estado militar del general Primo de Rivera (15/09/1923), perpetrado con el entusiástico apoyo del rey Alfonso XIII.

Después del golpe de estado, el directorio militar del nuevo régimen intervino la institución y la desbarató progresivamente hasta quedar, definitivamente, liquidada a principios de 1925. Durante su existencia, la Mancomunidad -a pesar de los escasos recursos financieros de que disponía- inició la creación de redes viales, ferroviarias, portuarias, aeroportuarias, telefónicas, sanitarias, de enseñanza básica, y de enseñanza técnica y profesional; que tenía el objetivo de sacar a Catalunya del estancamiento español, y modernizar y europeizar el país.

También durante la vigencia de la Mancomunitat, la lengua catalana volvió en la escuela elemental y a las escuelas profesionales (después de dos siglos largos de prohibición y de persecución). Y también, durante la existencia de esta institución, se redactó el primer proyecto moderno de autogobierno para Catalunya (1919), que fue rechazado por las Cortes españolas en medio de un ambiente de extrema crispación (los diputados catalanes fueron objeto de agresiones en el mismo hemiciclo). Primo de Rivera argumentó la liquidación de la Mancomunitat proclamando que "su obra contribuye a deshacer la unidad nacional".