Hace 59 años se inauguraba el Camp Nou, el que sería el templo de la expresión del catalanismo reivindicativo durante la etapa represiva de la dictadura. Venía a sustituir el viejo estadio de Les Corts, que había quedado pequeño y obsoleto. Y se planteó diseñar y construir como un estadio a la altura del prestigio de su titular: el FC Barcelona, que en aquellos años ya era uno de los grandes de Europa.

El barcelonismo, que con anterioridad ya era un referente del catalanismo, tuvo un crecimiento colosal durante aquellos años. Sin perder de vista el fútbol, el Camp Nou se convirtió en un punto de concentración de la contestación al régimen. Y se convirtió en el único espacio donde era posible manifestar la resistencia de una nación oprimida y reivindicar la existencia de una cultura perseguida.

En 1950 se decide la construcción. Pero las obras no arrancan hasta el 1954. El club había previsto financiar el Camp Nou con la venta de Les Corts. Pero el Ayuntamiento, dirigido por el falangista Simarro, puso todos los obstáculos posibles. El club quedó en una situación precaria, con un endeudamiento pesado que comprometió los años posteriores. Pero la fuerza de su masa social marcó el camino del futuro.

Los estadios deportivos se han convertido en los templos de la contemporaneidad. En los receptáculos de la expresión de la sociedad. Y el Camp Nou, al margen del fútbol estrictamente, ha jugado un papel importantísimo en la historia contemporánea catalana. Se ha convertido en uno de los tótems de la sociedad civil actual. En un referente que accederá a la historia por su propio pie.