Tal día como hoy del año 1793, hace 224 años, el reino de España declaraba la guerra a la reciente creada República francesa. Era la respuesta a la declaración de guerra que había proclamado 18 días antes el gobierno de París. Aquel conflicto, que se prolongaría por espacio de 2 años, se libró básicamente sobre las comarcas pirenaicas catalanas, tanto las del Principat como las de la Catalunya Nord, e intervinieron más de 50.000 efectivos de los dos ejércitos. El balance que dejó, en una Catalunya que ya estaba sumida en una profunda crisis, fue desolador. El aparato agrario y artesanal de las tierras convertidas en escenario de guerra quedó completamente destruido.

La Guerra del Rosselló -también conocida como la Guerra de los Pirineos- revela que los planes de expansión territorial que llevaría a cabo Napoleón Bonaparte una década más tarde, ya formaban parte de la agenda política de París. El año 1793 la Convención Nacional francesa tenía noticias de que en Catalunya y el País Vasco reinaba un clima de descontento social muy profundo causado por la crisis económica española. Y proyectaron desplazar la frontera desde la cresta de los Pirineos hasta el margen izquierdo del río Ebro, incorporando a la República francesa la práctica totalidad de Catalunya, de Navarra y del País Vasco, y la mitad norte de Aragón.

Estalla Guerra del Rosellón. Grabado de Perpiñán durante el acoso español

Grabado del asedio español en Perpinyà

Esta guerra no habría pasado de ser la reedición del conflicto de 1640 -saldado con la amputación de la Catalunya Nord- si no es porque marcó el punto de inicio de los conflictos civiles del siglo XIX. Puso de manifiesto que en Catalunya había un núcleo importante -formado por las clases intelectuales y mercantiles del país- que simpatizaba con las ideas revolucionarias francesas, claramente contrapuesto a las clases pasivas -el clericato, el ejército y el funcionariado- que las combatía. Un conflicto que se haría especialmente visible cuando Catalunya fue incorporada a Francia (1812-1814), y que sería el preludio de las tres guerras civiles que enfrentaron a liberales -clases urbanas de ideología revolucionaria- y carlistas -clases rurales de ideología tradicionalista.