Tal día como hoy del año 1936, hace 81 años, Miquel Badia i Capell, dirigente de Estat Català y ex jefe de servicios de la Comisaría General de Orden Público de la Generalitat -el equivalente actual a director general de Seguretat Ciutadana-, y su hermano Josep, destacando militante de Estat Català, eran víctimas de un atentado terrorista que les provocó la muerte. A las tres y media de la tarde de aquel 28 de abril, ante el número 38 de la calle Muntaner de Barcelona, cerca de su casa, fueron abordados por la espalda por cuatro individuos que les dispararon varias veces en la nuca. Cuando las víctimas se consiguieron girar fueron rematadas con disparos a la cabeza y al pecho.

Miquel y Josep Badia i Capell, nacidos en Torregrossa (Pla d'Urgell) los años 1906 y 1903 respectivamente, tenían -a pesar de su juventud- una dilatada carrera política iniciada en la clandestinidad durante los años de persecución al catalanismo de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Miquel, muy próximo a la figura de Francesc Macià, había participado en la formación de Estat Català, y había sido un activista implicado en la lucha contra la dictadura -como en el Complot del Garraf- que le había costado ser detenido, ser víctima de torturas y ser objeto de una condena que cumplió en prisiones de Castilla en régimen de aislamiento absoluto.

Atentado mortal contra los hermanos Bahía y Sombrero. Funeral multitudinario

Muestra de duelo en la plaza Catalunya por el asesinato de los hermanos Badia

Su gestión, en Orden Público, fue especialmente destacada en la detención de elementos incontrolados y la desarticulación de células terroristas que actuaban en nombre de la FAI -el sindicato anarquista- y que atentaban contra empresarios, religiosos, intelectuales y periodistas. Allí se ganó el sobrenombre de Capità collons. Su muerte, inicialmente relacionada con la FAI, se reveló como una conspiración. Justo Bueno Pérez, un anarquista que posteriormente se demostraría que mantenía una oscura relación con el aparato de represión franquista, y Juan Segura Nieto, un expolicía vinculado a Falange Española, fueron señalados como los más que probables autores del atentado terrorista.