Tal día como hoy del año 1563, hace 561 años, en València cap i casal, Alfonso de Aragón y de Cardona, virrey de la monarquía hispánica en el antiguo reino de València; ordenaba decomisar las armas de fuego y de corte en manos de la comunidad morisca valenciana, a través de un decreto que decía. "se prohibeix que los Moriscos (...) del present regne de València, fills y descendents de aquells per ningun temps no puixen tenir ni portar en les cases pròpies (...) ni en altre qualsevol lloch, o part armes ofensives, ni defensives, pròpies, ni de altri; excepte ganivets e instruments necessaris per a usos de casa, arts y oficis de cascú". Según la investigación historiográfica, en aquella operación se decomisaron más de 25.000 armas de todo tipo.

En el momento en que se llevó a cabo aquella operación, los moriscos representaban una tercera parte de la población del País Valencià (unas 120.000 personas); y habían sido armados unas décadas antes, durante la Revolución de las Germanías (1520-1521). En aquel conflicto, el partido nobiliario (enfrentado a los hermanados —las clases mercantiles y menestrales urbanas—); había reclutado a miles de moriscos que vivían en sus latifundios agrarios y los habían convertido en la infantería de su ejército particular. A la conclusión del conflicto, que se había saldado con la derrota de los revolucionarios, el partido nobiliario les había permitido conservar el armamento para que actuaran como un instrumento de represión contra los hermanados.

Después de la derrota militar de los hermanados y de cuatro décadas de durísima represión, la situación del País Valencià había cambiado de forma sustancial. El movimiento revolucionario solo era una sombra de lo que había sido y la amenaza al régimen oligárquico hispánico que habían impuesto los vencedores venía por mar: una posible invasión otomana. En aquel nuevo contexto, el poder hispánico en el País Valencià consideró que los moriscos valencianos (tanto los que conservaban la religión musulmana como los que se habían convertido al cristianismo) podían ser un aliado de los turcos. Por este motivo se decretó su desarme con la vista puesta en su expulsión, que se acabaría produciendo cuatro décadas más tarde (1609-1613).