Tal día como hoy del año 1701, hace 322 años, en el desaparecido Palacio del Alcázar, de Madrid; los representantes de los estamentos que formaban las Cortes de Castilla, coronaban a Felipe de Borbón como nuevo rey de la corona castellano-leonesa, que reinaría como Felipe V (la nomenclatura ordinal castellano-leonesa). Poco después, convocaría cortes en los diversos estados que formaban la monarquía hispánica y sería coronado en cada uno de estos dominios. Dos meses más tarde de la coronación de Madrid (8 de junio de 1701) envió una misiva oficial a los diputados de la Generalitat, convocando cortes en Catalunya. Estas cortes se abrieron el 12 de octubre de 1701 y se cerraron el 14 de enero de 1702 con el nombramiento de Felipe de Borbón como nuevo conde independiente de Barcelona.

Pero los hechos más destacados de aquella coronación se habían producido poco antes. Carlos II (el último Habsburgo) había muerto el 1 de noviembre de 1700 sin descendencia; y había legado sus reinos a Felipe de Borbón a través de un polémico testamento que, posteriormente, se ha demostrado que era falso. En la cumbre de aquella maniobra había Luis XIV de Francia, abuelo y valedor del futuro Felipe V, que, durante los últimos años de vida de Carlos II, había desplegado una red de espías, y partidarios en la corte de Madrid, que allanaron el camino al nieto. Uno de los argumentos que más utilizó el partido borbónico de la corte hispánica fue la arquitectura centralista y antiforal que los Borbones habían aplicado en Francia, presentado como la solución al "problema catalán".

Felipe de Borbón fue coronado rey de las Españas en Versalles, el 15 de noviembre de 1700; dos semanas después de la muerte de Carlos II, y seis meses antes de la coronación de Madrid. Luis XIV ordenó imprimir almanaques del acontecimiento, que se distribuyeron por toda Europa, a modo de mensaje. El Borbón francés proclamaba al mundo que la monarquía francesa confirmaba su liderazgo continental y mundial (que ya había ganado al relevar a la monarquía hispánica del primer lugar del podio, con la firma de Paz de los Pirineos, 1659-1660). Sorprendentemente, en Madrid, nadie alzó la voz contra aquella humillación; y Felipe de Borbón, con su corte de ministros que sustituyeron a los castellanos, fue recibido como el salvador de España.