Tal día como hoy del año 1058, hace 964 años, Guifré, arzobispo de Narbona e hijo del conde Wifredo II de Cerdaña; y Guislabert, obispo de Barcelona y nieto del conde Borrell II de Barcelona; consagraban protocolariamente el nuevo edificio catedralicio de Barcelona, que se había construido durante los años anteriores siguiendo el estilo románico que imperaba en la época. Las obras de construcción de este nuevo templo se habían iniciado durante la segunda mitad del siglo X; pero la devastadora expedición de Al-Mansur (985) contra los condados carolingios catalanes había convertido el edificio en un gran montón de piedras. No sería hasta después del cambio de milenio que se reanudarían las obras, que culminarían un siglo más tarde de su inicio y medio después de la destrucción árabe.

No obstante, aquel edificio no era ni el primer templo cristiano de la ciudad de Barcelona, ni era el primer espacio de culto que se construía sobre aquel solar, ni era la primera sede diocesana barcelonesa. La catedral románica fue construida sobre una basílica de la última época romana, coincidiendo con la oficialización de la religión cristiana como confesión oficial del Imperio (siglo IV). Esta basílica habría sido el principal templo de la ciudad y la sede de la diócesis de Barcelona. Durante algunos periodos de la etapa visigótica, la basílica había sido convertida en el templo de los arrianos (la confesión mayoritaria de los visigodos cuando llegan a la península, siglo V); y los católicos habían sido desplazados al templo parroquial de los santos Justo y Pastor.

Posteriormente (1298) se iniciaron las obras del nuevo edificio gótico, que se construiría sobre las antiguas basílica paleocristiana y catedral románica. Aquellas obras no se plantearon nunca como la construcción de un nuevo edificio, sino como una ampliación de lo que ya existía. La documentación de la época dice "extensione et ampliatione nostre catedralis ecclesie". En aquella fase constructiva se conservaron algunos elementos antiguos: por ejemplo, el eje y el deambulatorio góticos se construyeron en torno al ábside románico. Pero las diversas crisis bajomedievales catalanas, en buena parte derivadas del fenómeno universal de la Peste Negra (siglo XIV), impidieron la conclusión del edificio gótico. Las obras de la catedral de Barcelona no se completarían hasta el siglo XIX.