Tal día como hoy del año 1910, hace 113 años, concluían las obras de la fachada del cabaré El Molino, situado en la avenida del Paralelo, en Barcelona. Aquella nueva fachada, con algunas reformas posteriores, ha sido la cara del edificio y del negocio hasta la actualidad, y fueron obra del arquitecto Manuel Joaquim Raspall i Mayol (Barcelona, 1877 – La Garriga, 1937). Raspall era un arquitecto adscrito al movimiento modernista que ya tenía cierta experiencia en el diseño de edificios de espectáculos (el Casino de la Garriga y los teatros Balear, Còmic, Triunfo, Gran Via y Espanya, en Barcelona).

El edificio donde estaba situado el cabaré El Molino, anteriormente, había tenido varios usos. Según la investigación historiográfica, a finales del siglo XIX había una taberna de mala reputación frecuentada por marineros borrachos y obreros escandalosos. Después, fue adquirido por un empresario del espectáculo que transformó el negocio en un pequeño teatro de variedades al que llamó La Pajarera Catalana (1899). No obstante, aquel negocio no prosperó, y en 1905 se convertía en una pequeña sala de exhibición de cine conocida con el nombre de Gran Salón del Siglo XX.

En 1908, después de un nuevo cambio de propiedad, el negocio adquiere su nombre y su función definitivos. Sería convertido en un teatro de variedades denominado Pequeño Moulin Rouge, en referencia al famoso cabaré de la calle Pigalle de París. Y en 1910 inauguró su fachada histórica, que ha sido su principal elemento de identidad. Entre 1926 y 1930, el Pequeño Moulin Rouge fue confiscado por el régimen dictatorial de Primo de Rivera (1923-1930/31) y convertido en la sede local del partido único (la Unión Patriótica Española).

Con la proclamación de la República (1931), recuperó su función histórica y durante la Guerra Civil y la revolución que se produjo en la retaguardia republicana (1937) fue confiscado por el sindicato anarquista CNT-FAI. Después de la ocupación franquista de Barcelona (1939), el nuevo régimen nacionalcatólico obligó a retirar el adjetivo rouge ('rojo') argumentando que hacía referencia al derrotado régimen republicano enemigo de la España de Franco. También obligaron a españolizar el nombre (de moulin a molino).