Tal día como hoy, hace 37 años, la ciudadanía de Catalunya votó en referéndum la recuperación del autogobierno. La autonomía política de Catalunya quedaba restablecida con el Estatuto de Autonomía –una reivindicación masiva de la sociedad catalana del momento– que se convertía en la carta magna de Catalunya. Su articulado definía Catalunya como una nacionalidad. Recuperaba la oficialidad del catalán –que compartiría con el castellano– otorgándole, sin embargo, la categoría de lengua propia. Eso quería decir que tenía que ser objeto de una especial protección para recuperar el papel social, político, cultural y económico que le correspondía.

El camino hasta llegar al 25 de octubre no fue fácil. Detrás quedaba la larga, tenebrosa e inacabable noche de una dictadura brutal. Quedaba, también, la lucha incansable de miles de personas anónimas, que con su compromiso personal y arriesgando su vida, habían trabajado desde la clandestinidad para alcanzar de nuevo un régimen de libertades. Activistas culturales, dirigentes políticos y sindicales, y el gobierno de la Generalitat en el exilio. Casi los dos tercios de la ciudadanía acudieron a la cita electoral. El 89% de los votos fueron favorables al Estatut, y sólo el 8% fueron contrarios.

Hay, sin embargo, aspectos más desconocidos que tuvieron una gran importancia. El proyecto inicial era más ambicioso que el redactado final. Los ponentes discutieron la relación de Catalunya con España. Inicialmente se propuso constituir Catalunya como un Estado libre asociado, como Baviera con respecto a Alemania. Y se propuso establecer un concierto económico, como Euskadi con respecto a España. Finalmente, no fue posible el consenso por la oposición frontal de los ponentes del PSC, liderados por Martin Toval –el brazo catalán de Alfonso Guerra–. No sería hasta el 2006, con el Estatut impulsado por el president Maragall –también del PSC–, que se intentaría corregir el desencanto de 1979.