Tal día como hoy del año 1282, hace 741 años, frente a las costas de Nicotera (actualmente Calabria, Italia) y en el contexto de la Guerra de las Vísperas (1282-1285), primera fase de la Guerra de Sicilia (1282-1294), una escuadra catalana comandada por los vicealmirantes Pere de Queralt y Ramon de Cortada derrotaba a las fuerzas navales conjuntas franco-pisanas, que se dirigían a Mesina para recuperar el control de la ciudad y su estratégico cuadrante marítimo, ganado por los catalanes en el mes de septiembre anterior. Pocas semanas antes de este combate, los catalanes habían desembarcado en Trapani (30 de agosto de 1282) y en una serie de operaciones militares muy rápidas —con los almogávares como punta de lanza— habían conquistado la práctica totalidad de la isla.

Aquel conflicto se había iniciado en 1266, cuando los Anjou (condes semiindependientes de Provenza), con la ayuda de Francia y el Pontificado, habían derrotado y asesinado al rey Manfredo I de Sicilia, y habían usurpado el trono a su primogénita y legítima heredera, Constanza, esposa del rey Pedro II de Catalunya-Aragón. Acto seguido, los Anjou habían impuesto un estado de terror, que provocaría el exilio de la nobleza siciliana de origen normando a Barcelona (1266). Tras muchos años de represión (1266-1282), las clases populares sicilianas se sublevarían contra el dominio de los Anjou, en un episodio conocido como las Vísperas Sicilianas, y la nobleza que se había quedado en la isla viajaría hasta Barcelona, para ofrecer a Pedro y Constanza la corona siciliana.

Según las fuentes documentales, en Nicotera (1282), los catalanes se enfrentaron a los franco-pisanos en condiciones de clara inferioridad numérica, pero la habilidad de sus mandos y el espíritu de combate de su tropa resultaron decisivos para que la batalla cayera de su lado. Según las mismas fuentes, los catalanes capturaron o hundieron veintidós galeras enemigas y causaron más de 4.000 muertos entre las tripulaciones franco-pisanas. Después de aquella batalla, que sería denominada de Nicotera, Mesina (ganada por los catalanes unas semanas antes) quedaría libre de la amenaza de un contraataque franco-pisano, y el conflicto catalano-francés por el control de Sicilia se trasladaría a territorio peninsular de Calabria.