Tal día como hoy del año 1700, hace 322 años, en Madrid; el rey Carlos II, que sería el último Habsburgo en el trono de Madrid, firmaba un testamento que legaba la corona a Felipe de Borbón, futuro Felipe V, nieto de Luis XIV de Francia y de Maria Teresa de Habsburgo, hermanastra mayor del monarca hispánico. El 1 de noviembre de 1700, Carlos II moría sin descendencia (ni legítima ni ilegítima); y el 15 de noviembre de 1700, en Versalles, el rey Luis XIV de Francia coronaba a su nieto rey de las Españas. Acto seguido, Luis XIV ordenó imprimir y distribuir unos almanaques del año 1701, conmemorativos de la coronación de Felipe V de las Españas en Versalles.

Aquel testamento estuvo, siempre, rodeado de una fuerte polémica. El 3 de octubre de 1700, fecha del documento, Carlos II ya era un despojo humano, incapaz de sostener una pluma y todavía menos de firmar un documento. Y, en cambio, la firma de aquel documento tenía un trazo firme, propio de una persona sana y enérgica. Por este motivo, siempre se cuestionó la autenticidad de la firma de aquel testamento, y siempre se sospechó que había sido falsificada por los dirigentes del partido proborbónico de la corte de Madrid. Las sospechas recayeron sobre el cardenal Portocarrero; arzobispo de Toledo, consejero de Estado y líder del partido proborbónico de la corte.

Las principales cancillerías europeas no aceptaron aquel testamento, que formalizaba un amenazador eje borbónico París-Madrid, totalmente contrario al equilibrio que presidía en Europa desde la finalización de la Guerra de los Treinta Años (1648). La cancillería austríaca esgrimió los derechos de Carlos de Habsburgo, hermano pequeño del archiduque José, obtuvo el apoyo inicial de Inglaterra y de los Países Bajos; y se produjo un conflicto que derivaría en la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715). También, desde el momento que Felipe de Borbón ocupa el trono de Madrid (1701); su abuelo y valedor Luis XIV pierde el interés que siempre había tenido en dominar Catalunya.