Tal día como hoy del año 1516, hace 508 años, en Bruselas (entonces capital del condado independiente de Flandes, que formaba parte del conglomerado de estados Habsburgo-Borgoña), Maximiliano de Habsburgo, archiduque independiente de Austria, duque-consorte y viudo de Borgoña, conde-consorte y viudo de Flandes, Brabante y Zelanda, y emperador electo del Sacro Imperio Romano Germánico, nombraba a su nieto Carlos (hijo de su difunto primogénito Felipe el Bello y de Juana la Loca), nuevo rey de los estados que formaban la monarquía hispánica (coronas castellanoleonesa y catalanoaragonesa). En el momento de este nombramiento, hacía cincuenta días que había muerto Fernando el Católico, rey de la corona catalanoaragonesa, rey-viudo de la corona castellanoleonesa y abuelo materno de Carlos de Gante.

Maximiliano había conseguido que Fernando nombrara a su nieto común Carlos heredero y sucesor a los tronos de Barcelona y de Toledo. Pero los poderes hispánicos (sobre todo los castellanoleoneses) desconfiaban de un futuro rey que había nacido, se había criado y había sido educado fuera de la península Ibérica, y que no sabía ni una pizca de castellano. Por este motivo, los estamentos de poder castellanoleoneses solicitaron a Maximiliano que rehabilitara a su nuera Juana, la madre de Carlos, que había sido recluida en el castillo de Tordesillas por su padre Fernando y por su marido Felipe (1506), falsamente diagnosticada de una enfermedad mental e injustamente inhabilitada para reinar. Pedían que Juana reinara conjuntamente con su hijo Carlos.

Maximiliano no contempló ni un solo instante esta propuesta y, en cambio, valoró la posibilidad de atraer a sus intereses (y a los de su nieto) las clases dirigentes catalanas y valencianas. Durante el interregno (desde el nombramiento de Carlos, 1516, hasta que el nuevo rey jura las cortes castellanoleonesas y catalanoaragonesas, 1518), Maximiliano y Carlos intentaron emplazar la definitiva capital del conglomerado hispánico (hasta entonces itinerante) en Barcelona o en València (en aquel momento, el principal núcleo demográfico peninsular). Pero Maximiliano y Carlos, que eran soberanos de ideología preabsolutista, lo desestimaron porque su proyecto político chocaba con la arquitectura foral y pactista de Catalunya y del País Valencià.

Carlos de Gante se acabaría imponiendo en el trono después de un inicio de reinado tumultuoso (Revolución de las Germanías valencianas, 1519-1522; Revolución de los Comuneros castellanoleoneses, 1519-1521, y Revolución de las Germanías mallorquinas, 1521-1523). La historiografía nacionalista española lo identifica y lo llama, erróneamente, Carlos I de España y V de Alemania, en una época en que ni España ni Alemania existen como realidades políticas.