Tal día como hoy del año 1936, hace 87 años, en Barcelona, un grupúsculo terrorista asesinaba a Miquel Badia Capell, que había sido miembro fundador del partido independentista Estat Català (1922), de la organización armada Bandera Negra (1925), que intentó volar el tren en el que viajaba Alfonso XIII a su paso por los túneles del Garraf y que, en los tiempos de la Generalitat republicana, fue secretario y Comisario de Orden Público de la Generalitat (1933-1934). Miquel Badia recibió varios tiros disparados a bocajarro y por la espalda, que también causaron la muerte de su hermano Josep (que lo acompañaba en aquel momento). El crimen se perpetró ante el número 38 de la calle Muntaner, muy cerca de la residencia privada de los hermanos Bahía.

Miquel Badia había sido un Elliot Ness de la policía catalana, que había perseguido implacablemente la delincuencia organizada de la CNT-FAI que ponía en riesgo el frágil autogobierno de Catalunya. Por ese motivo se ganó el odio de los anarquistas. Pero también el pistolerismo ultraderechista lo había puesto en el centro de su particular diana, por el éxito de Badia en la desarticulación de células españolistas violentas y, sobre todo, por el asunto Xammar: la detención del fiscal Manuel Sancho, en el juicio contra los editores de La Nació Catalana, que había negado a los acusados el derecho a expresarse en catalán. Badia había detenido y esposado a Sancho por alteración del orden en sede judicial. Por todo eso, Badia se había ganado el apelativo de "Capità Collons".

La policía señaló a los pistoleros de la CNT-FAI como los autores materiales del atentado. Algunos testigos identificaron y situaron en la escena del crimen al pistolero anarquista Justo Bueno Pérez, pero el juez instructor del caso, Emilià Vilalta, y el periodista de investigación Josep Maria Planas, posteriormente asesinado por pistoleros anarquistas, señalaron la existencia de vasos comunicantes entre la CNT-FAI y la Falange, con el objetivo común de exterminar físicamente a los independentistas catalanes. Después de estas declaraciones, el Tribunal Supremo apartó al juez Vilalta y lo relevó por el juez José Márquez Caballero, muy relacionado con la ultraderecha españolista, que absolvería y liberaría a los sospechosos detenidos.