Tal día como hoy del año 1235, hace 787 años, las huestes del arzobispo Guillermo de Tarragona (también llamado Guillermo de Montgrí por su lugar de nacimiento); completaban la conquista de las islas de Ibiza y Formentera; que de esta forma quedaban incorporadas a los dominios de la Corona catalanoaragonesa. Según las fuentes documentales, en algún momento antes del 4 de agosto de 1235, se había producido el desembarque catalán en la playa de Es Soto (en la costa sur de la isla). Las mismas fuentes confirman que el 8 de agosto de 1235, después de cuatro días de combates y saqueos, la fortaleza árabe de Madina Yabisah (la actual Ibiza) se rindió a cambio de que los nuevos dominadores respetaran las vidas y los bienes de los derrotados.

La empresa militar de Ibiza y Formentera había sido promovida por la cancillería del conde-rey Jaime I, en el marco de la conquista catalana de las islas Baleares (iniciada en 1229); y había sido materializada por las huestes del arzobispo Guillermo de Tarragona. Precisamente, en la anterior empresa militar mallorquina las huestes del arzobispo Espárago de Tarragona (predecesor de Guillermo y conocido también como Espárago de la Barca) habían tenido un protagonismo destacado. Las huestes archidiocesanas habían representado más del 10% de la fuerza militar catalana; y después del reparto de la isla, la mitra tarraconense se había convertido en la primera fuerza patrimonial de Mallorca. En el caso de Ibiza y Formentera, Guillermo obtuvo la mitad de estas islas y renunció al cargo arzobispal para ostentar aquel patrimonio a título particular.

Guillermo de Montgrí se reservó, también, la facultad de distribuir y emplazar buena parte de los nuevos pobladores de la isla. La población anterior a la conquista, mayoritariamente de religión musulmana, fue gradualmente expulsada de la isla en virtud de las capitulaciones de 1235. Y Guillermo de Montgrí y Sancho de Roselló, que se habían convertido en los principales barones feudales de Ibiza y Formentera, sustituyeron la población musulmana por colonos cristianos procedentes del Camp de Tarragona y de los condados de Empúries y del Roselló. También durante esta etapa de sustitución, las juderías de Barcelona y de Tarragona contribuyeron al enderezamiento demográfico y económico de la judería de Ibiza, que se encontraba en un estado de semiabandono desde la etapa del radicalismo islámico norteafricano de los siglos XI y XII.