Tal día como hoy del año 1923, hace 102 años, en Barcelona, Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, capitán general del ejército español en Catalunya, iniciaba las maniobras de un golpe de Estado que culminaría dos días más tarde en Madrid (15 de septiembre) y que pondría fin a casi medio siglo de régimen constitucional (1874-1923). Primo de Rivera perpetró aquel golpe de Estado con la plena conformidad del rey Alfonso XIII. El nuevo poder surgido de ese golpe sería una copia de lo que los fascistas italianos de Mussolini habían impuesto después de la toma violenta del gobierno (Marcha sobre Roma, 30 de octubre de 1922). En el Estado español, el rey Alfonso XIII conservaría la corona y las funciones de jefe de Estado, y el general Primo de Rivera sería el nuevo presidente del Directorio Militar (el gobierno del régimen dictatorial español).
Primo de Rivera obtuvo el apoyo de una parte importante de la burguesía catalana, con la promesa previa que eliminaría la lacra del pistolerismo, que durante los cuatro años anteriores (1919-1923) había causado más de mil muertos en las calles de Barcelona. Pero aquel golpe de Estado venía precedido de un 11 de septiembre donde se había puesto de manifiesto el crecimiento del movimiento independentista catalán y el rechazo frontal a las instituciones del estado que tenían una tradición represiva más acusada (ejército, judicatura). Y cuando tuvo el control del poder, intervino la Mancomunidad de Catalunya, prohibió el uso de la lengua catalana en los edificios públicos —no era lengua oficial, pero era la lengua vehicular—, ilegalizó todos los partidos políticos, sindicatos y ateneos obreros, y proscribió la exhibición pública de la bandera de Catalunya.
Poco después, Puig y Cadafalch —líder de la Liga Regionalista y último presidente de la Mancomunidad— se marcharía al exilio, y se culparía, amargamente, de haber sido tan ingenuo con los planes del golpista. Durante la vigencia de aquel régimen dictatorial (1923-1930/31), solo en Catalunya, se produjo el cierre del Camp Nou (primera gran pitada al himno español, 1925), el intento de asesinato de la familia real (Complot del Garraf, 1925), el reclutamiento masivo de reservistas catalanes y su colación, como carne de cañón, en la Guerra de África (Alhucemas, 1925), y el proyecto de creación de un ejército para liberar Catalunya (Prats de Molló, 1926). El Consejo de Ministros del régimen dictatorial de Alfonso XIII y Primo de Rivera siempre estuvo provisto por elementos —militares y civiles— involucionistas, conservadores y de derecha.
Salvo el PSOE, que aceptó carteras ministeriales del régimen y ganó la triste condición de ser el único partido político español de tradición democrática que ha colaborado con un régimen dictatorial.