Tal día como hoy del año 1761, hace 262 años, en Mérida (entonces territorio de la capitanía general de Yucatán, en el virreinato de Nueva España y, actualmente, México), un pelotón militar del ejército colonial español fusilaba al líder independentista maya Jacinto Uc de los Santos, más conocido como Jacinto Canek. Este nombre era la castellanización de la palabra maya Kaan éek, que significa "serpiente de la estrella". Canek fue ejecutado después de ser detenido y brutalmente torturado durante varias semanas en las mazmorras del palacio del gobernador español en Mérida. Según las fuentes documentales, quien ordenó las torturas y la muerte de Canek fue el brigadier José Crespo y Honorato, gobernador español de Yucatán.

Jacinto Canek había nacido en 1730 en la ciudad colonial de San Francisco de Campeche, en el territorio de la capitanía general de Yucatán, en una familia de etnia maya. Las fuentes documentales revelan que la península de Yucatán siempre había sido un foco de conflictividad social, a causa de los abusos extremos que los colonizadores españoles habían cometido sobre la población autóctona desde la conquista del territorio (siglo XVI). Las mismas fuentes revelan que la minoritaria población de origen europeo se concentraba detrás de las murallas de las ciudades o en torno a las fortificaciones coloniales, temiendo, siempre, una reacción indígena que podía acabar con una matanza.

Según sus biógrafos, recibió una formación básica en una institución religiosa de Mérida, pero fue expulsado por su resistencia al adoctrinamiento del aparato colonial. Posteriormente, fue propietario de un horno de pan en Mérida y se convirtió en un personaje muy reconocido por su comunidad. El 19 de noviembre de 1761, en el atrio del templo parroquial del pueblo de Cisteil proclamó: “Hijos míos muy amados: no sé qué esperáis para sacudir el pesado yugo y servidumbre trabajosa en que os ha puesto la sujeción a los españoles, yo he caminado por toda la provincia y registrado todos sus pueblos, y considerando con atención qué utilidad o beneficio nos trae la sujeción de España [..] no hallo otra cosa que una penosa [..] servidumbre”.

En el transcurso de aquellos hechos murieron varios soldados españoles, pero Canek no pudo cumplir su objetivo. A finales de noviembre de 1761, antes de llegar a Mérida, fue derrotado y detenido. Fue salvajemente torturado a modo de escarmiento público y asesinado, junto con sus colaboradores. Posteriormente, el aparato colonial español arrasó el pueblo de Cisteil y el gobernador Crespo ordenó que todas las calles y campos de los alrededores fueran cubiertos de sal. Estos hechos serían el precedente de un conflicto de mayor alcance que se produciría ocho décadas más tarde: la Guerra de Castas (1847-1901), que enfrentó las poblaciones blanca y amerindia, y que se saldó con la muerte de 250.000 personas.