Tal día como hoy del año 1938, hace 85 años, los últimos soldados del Ejército de la República que había combatido a la batalla del Ebro, abandonaban sus posiciones al margen izquierdo y atravesaban el río en dirección hacia el interior de Catalunya. La batalla del Ebro fue el combate más largo y mortífero de la Guerra Civil Española (1936-1939), y en el cual se emplearon más recursos (hombres y armas) de aquel conflicto. Tuvo una duración de 114 días (desde el 25 de julio al 16 de noviembre), combatieron unos 160.000 hombres (la mitad a cada bando), y, en total, murieron entre 15.000 y 30.000 soldados (la cifra varía según los cálculos de los diferentes investigadores que han estudiado aquella batalla).

El 15 de abril de 1938 (tres meses y diez días antes del inicio de la batalla), los rebeldes ocuparon una franja de territorio entre Caspe (Aragón) y Vinaròs (País Valencià), que partió la zona republicana en dos. Catalunya, el único territorio republicano donde el golpe de Estado de julio de 1936 había sido derrotado con la fuerza de las armas y la gran fábrica de armamento de la República, se convirtió en objetivo prioritario de los rebeldes. Las instituciones de gobierno de la República, por su parte, fiaron el destino de la guerra al resultado de aquella batalla. Con la derrota republicana y la ruptura del frente de guerra que defendía Catalunya, los rebeldes atravesaron el río Ebro e iniciaron la ocupación del país.

La conclusión de la batalla del Ebro activó un fenómeno que estaba latente a la espera del resultado de aquel combate: la tragedia del exilio. Al día siguiente, la sociedad catalana se concienció de que la República había perdido la guerra y que la ocupación del país era cosa de semanas. Y jsuto al día siguiente se formaron las primeras columnas de exiliados que se encaminaban hacia la frontera francesa con los escasos medios de los cuales disponían. Mientras tanto, lo Ejercido de la República, que, en aquella batalla, había perdido las unidades más preparadas y una gran cantidad de vehículos y de artillería, quedó totalmente desarbolado y ya no fue capaz de presentar batalla. Los rebeldes lograrían la ocupación de Catalunya ochenta y cinco días después de la derrota del Ebro.