Tal día como hoy del año 2004, hace 20 años, un pelotón autodenominado Brigadas de Abu Hafs al Masri, vinculado a la organización terrorista islamista Al Qaeda, hacía explotar diez mochilas cargadas de explosivos al interior de tres trenes de Cercanías de Renfe, que cubrían el trayecto entre las ciudades del este de la corona metropolitana de Madrid y la estación central de Puerta de Atocha, en la capital española. El balance de aquellos brutales atentados sería de 191 personas muertas y 2057 heridas de diversa consideración. El ataque contra los trenes de Atocha sería el atentado terrorista más mortífero de la historia peninsular.

Aquel atentado se produjo a tres días de la celebración de las elecciones generales de 2004, convocadas para el 14 de marzo de 2004. Todas las encuestas daban por ganador al Partido Popular, que repetía triunfo por tercera vez consecutiva, después de las victorias de 1996 y 2000. Pero los dirigentes del Partido Popular (que ejercían el gobierno del Estado en funciones) temieron una reacción negativa del electorado a sus intereses, si se relacionaba aquel atentado con la participación española en la Guerra del Iraq (2003-2011), y fabricaron, a propósito, una investigación que responsabilizaba a la organización terrorista ETA, y que se demostraría que era falsa.

Según la prensa de la época, el ministro de Interior en funciones, Ángel Acebes, llamó, personalmente, a las redacciones de los principales medios de prensa del Estado para informarles de que la policía había señalado a ETA. Pero desde un primer momento cernió la sospecha de que el islamismo estaba detrás de aquella masacre. Tan solo dos días más tarde, la policía detenía a un grupo de musulmanes en Madrid que formaba parte del aparato logístico y de apoyo a la célula terrorista. En aquellos momentos se hizo famosa la expresión del ministro, "Ha sido ETA", como sinónimo de intoxicación informativa gubernamental.

Una gran oleada de indignación social recorrió todos los rincones del Estado español. Se celebraron concentraciones de protesta delante las sedes del Partido Popular, convocadas por las plataformas ciudadanas contrarias a la guerra de Iraq, con el uso de una técnica revolucionaria, que hasta entonces no se había utilizado nunca: los SMS telefónicos y la red de Internet. Y el día de las elecciones, el Partido Popular perdió los comicios. Aquella derrota electoral no fue bien gestionada por algunos dirigentes de la formación conservadora, que, a partir de aquel momento, generaron una gran hostilidad hacia los movimientos de víctimas de los atentados del 11-M.