Tal día como hoy del año 1848, hace 175 años, se efectuaba el primer viaje en tren de la historia peninsular, que uniría las ciudades de Barcelona y Mataró. Con anterioridad, se había puesto en funcionamiento un ferrocarril entre La Habana y Güines, en la entonces colonia de Cuba, que sería el primer tren de la historia española (1837). Pero el primer ferrocarril que circuló por territorio peninsular fue el que promovió el comerciante e industrial Miquel Biada i Bunyol (Mataró, 1789 -1848). Biada se había inspirado, precisamente, en ese ferrocarril cubano, que había conocido mientras estaba en la colonia como comerciante y exportador.

Ese primer tren peninsular tardó, tan solo, treinta y cinco minutos en cubrir el trayecto entre las estaciones de Barcelona (situada en la avenida Marqués de l'Argentera y actualmente desaparecida) y de Mataró. Era un trayecto sin paradas intermedias, pero actualmente, transcurridos casi dos siglos, para efectuar el mismo trayecto (con paradas intermedias) se tarda un mínimo de cuarenta minutos. Según las crónicas de la época, la sociedad que asistió a ese acontecimiento quedó atónita y maravillada a partes iguales al comprobar que se había encontrado un sistema eficiente, rápido y barato para transportar una gran cantidad de personas y de mercancías.

Su promotor, Miquel Biada, tuvo que vencer muchas dificultades, traiciones y sabotajes para culminar su proyecto. No llegaría a verlo, ya que murió pocos meses antes de una neumonía que —según algunas fuentes— contrajo durante las noches largas y frías vigilando las obras y la maquinaria que, en varias ocasiones, habían sido objeto de sabotajes por parte de personajes contrarios a dicha iniciativa. No obstante, antes de morir, con su entusiasmo, sería capaz de convencer a la sociedad catalana de los beneficios de su empresa. Y tan solo seis años más tarde (1854), entrarían en servicio las líneas Barcelona-Sarrià, Barcelona-Granollers y Barcelona-Tarragona-Reus.