Segundo susto de la semana: si el lunes era el Silicon Valley Bank el que hacía temblar los mercados, después de que en la tarde del viernes la entidad financiera de la élite del norte de California fuera intervenida por el FDIC, el fondo que garantiza los depósitos en EE.UU., este miércoles ha sido el desplome de Credit Suisse, una vez su principal accionista, el Banco Nacional de Arabia Saudí, oficializó su decisión de dejar de inyectarle capital. No estamos hablando de una entidad financiera cualquiera: el Credit Suisse es uno de los 20 bancos más grandes de Europa y, aunque su situación era todo menos boyante desde hacía tiempo, esta jornada negra ha llegado a caer hasta un 30% en la Bolsa de Zuric remontando unos pocos puntos hasta acabar en un retroceso del 24%. Lo que equivale a decir que ha perdido prácticamente un cuarto de su valor.

Como sucedió el lunes, aunque algo se corrigió el martes, las bolsas europeas, bajando todas por encima del 3%, entraron en una situación de colapso y de un cierto pánico, con el Ibex cayendo un 4,37%, la segunda del continente por detrás de Milán, que retrocedió el 4,61%, en la peor jornada en lo que llevamos de año. Otros indicadores, como, por ejemplo, el petróleo también cayó por encima de 6% y en el mercado de divisas el euro también retrocedía de manera importante. Si el viernes se hablaba de preocupación por la evolución de las entidades financieras, aunque con una tendencia generalizada de los analistas a rebajar la inquietud, es obvio que estas últimas horas la intranquilidad ha subido algún escalón.

Hasta el extremo que algún presidente de una institución financiera, como por ejemplo el de la francesa Societé Générale, uno de los principales grupos de servicios financieros de Europa, ya ha recomendado abiertamente que el Banco Central Europeo aplazara su próxima subida de tipos de interés que está prevista para este jueves y sobre la que se había especulado un incremento de 50 puntos básicos. La recomendación de Lorenzo Bini Smaghi a Christine Lagarde era de limitarla a 25 puntos o incluso esperar un mes a ver cómo se estabiliza la actual situación. No tiene el BCE una posición fácil, ya que si, por un lado, hay el temor a la subida del tipo de interés, por el otro, la inflación continúa tensionando la economía de una manera muy importante y su retroceso se ha ralentizado algo, una situación que, obviamente, tampoco ayuda.

La noticia, entrada la noche, de que el Banco Nacional Suizo proporcionará liquidez a Credit Suisse si es necesario, que obviamente lo es, pretende revertir el temor existente en los mercados y que una nueva entidad financiera entre en la ruleta que parece haberse puesto en marcha en un sector que parecía respirar con una cierta tranquilidad en los últimos tiempos. Ahora han vuelto algunas incertezas de la última crisis financiera, la de 2008, y aunque nada es exactamente igual que entonces —aquí no hay hipotecas subprime como entonces— lo que sí guarda una cierta similitud es la preocupación y el nerviosismo. De golpe, la información económica ha pasado a ocupar una posición en las prioridades de la ciudadanía que normalmente no le corresponde y mucha gente ha dejado de vivir tranquila y ha pasado a mirar sus ahorros.