No ha pasado desapercibida la profusión de banderas españolas en el acto político del PSOE del pasado domingo celebrado en Ifema, el recinto ferial de Madrid. Unas banderas que no han aparecido por casualidad, sino que eran repartidas profusamente en la entrada por los organizadores del acto y que contrastan con la realidad de los últimos tiempos en los mitines de Pedro Sánchez y del PSOE. Es obvio que el PP le ha desplazado con su oposición a la ley de amnistía, las acusaciones de vendidos a los independentistas y traidores a España de una franja de su electorado más conservador. Además, los votantes socialistas se han visto atrapados entre dos fuegos: el del viejo PSOE, con sus referentes históricos, Felipe González y Alfonso Guerra, haciendo campaña en contra de la amnistía, y el del partido actual, con Pedro Sánchez a la cabeza, que muy unánimemente avalan la decisión del secretario general.

Este lunes, además, para dejar claro su apuesta, los estrategas de Ferraz han incorporado la bandera rojigualda al cartel más veces fotografiado de la sede donde se reúne el comité ejecutivo. Así, este lunes, el lema Siempre Adelante, que figuraba en el cartel de detrás de donde se ubica la presidencia, ha sido sustituido por el España Avanza con la bandera pegada a la letra A. Un cambio sutil y una respuesta a las acusaciones recibidas. Es obvio que la amnistía ha tenido un desgaste provisional para el PSOE y que en su tramitación parlamentaria, que será larga, seguirá dejando plumas. Las encuestas que se vienen publicando así lo demuestran, y de poco sirve constatar que ellos mismos han sido la principal fuente del desencuentro con una parte de sus bases, ya que se les prometió una cosa y ahora, por necesidades postelectorales, han tenido que virar la barca sin ninguna pausa en el trayecto.

Al PSOE le preocupan en el corto plazo tres procesos electorales

Al PSOE le preocupan, en el corto plazo, tres procesos electorales: el de las europeas y los de las elecciones vascas y gallegas. El más delicado va a ser, sin duda, el de las elecciones al parlamento de Estrasburgo y Bruselas, que se celebrarán a primeros de junio. En las últimas que se celebraron, en 2019, el PSOE le sacó más de diez puntos al Partido Popular y ocho escaños, ya que los socialistas alcanzaron los 21 parlamentarios, mientras los populares no pasaron de 13. Ahora, estas cifras no se van a repetir ni por asomo y la única duda es por cuantos puntos se impondrá el partido de Alberto Núñez Feijóo. Además, no hay que ser ningún experto analista para saber que los populares intentarán convertir estos comicios en una especie de plebiscito a la ley de amnistía que aún no estará aprobada, ya que el PP ha diseñado una campaña de relentización que hará saltar por los aires las previsiones que se habían hecho.

Seguramente, antes se celebrarán los comicios vascos, pese a que la legislatura no vence hasta finales de julio. En estos comicios, tradicionalmente PSOE y PP se juegan poco, porque son PNV y Bildu los que más arriesgan. Los primeros, asustados, sin duda, por los últimos resultados electorales, han jubilado precipitadamente a Iñigo Urkullu y han situado en la pista central al vizcaíno Imanol Pradales, toda una sorpresa, aunque muy norma de la casa, el dejar claro que en la bicefalia vasca, el partido pasa siempre por delante. Bildu también está en proceso de cambio y este lunes se ha despejado definitivamente que Arnaldo Otegi no será candidato y que se iniciaba un proceso de rejuvenecimiento al frente de la organización. PSOE y PP se verán las caras en las posiciones tercera y cuarta, con posibilidades ambos de mejorar.

En Galicia es donde Sánchez tiene sus principales bazas, ya que con la marcha de Feijóo ha quedado al frente Alfonso Rueda, un candidato con menos renombre. Veremos como juega sus bazas el PP gallego y cuando las convoca, porque el plazo cumple cuando las vascas, puesto que ambas autonómicas se acostumbran a solapar. Si Feijóo perdiera el gobierno en su tierra y no obtuviera mayoría absoluta, se le abriría un serio problema. Por el contrario, si la alcanza, tendrá suelo firme en Madrid para abordar, seguramente, un asalto a la Moncloa cuando toque.