Si Pedro Sánchez consigue sacar adelante sus terceros presupuestos generales del Estado (2021, 2022 y 2023), algo que hoy tiene aparentemente bien encarrilado, habrá que reconocerle una capacidad para gestionar la geometría variable del Congreso de los Diputados realmente envidiable. El primer trámite parlamentario lo ha solventado con aparente comodidad y ninguno de sus aliados, Esquerra Republicana, Partido Nacionalista Vasco y Bildu, ha presentado una enmienda a la totalidad a las cuentas públicas, lo que le garantiza, inicialmente, la reedición de la mayoría política que tuvo para su investidura como presidente del gobierno y que no puedan prosperar en el pleno de la semana que viene ninguna de las que ha presentado la oposición. Por las explicaciones que se han ido dando por parte de las fuerzas políticas, el único que ya tiene en el zurrón el premio de una negociación exitosa es el PNV, que ha rentabilizado al máximo sus seis diputados en el Congreso, y ha podido anunciar un acuerdo con el gobierno español para la renovación sin cambios y durante los próximos cinco años de la actual ley del cupo vasco.

¿Qué es la renovación del cupo? Pues la cuantía que paga anualmente el País Vasco al Estado y que mantiene un índice de imputación favorable en el 6,24%, fruto de una excelente negociación en el pasado con el entonces ministro Montoro. Con este maravilloso esquema que es el concierto económico, tan envidiado en Catalunya, la administración vasca se asegura con este acuerdo situarse al albur de hipotéticos cambios políticos en España en cualquier circunstancia. No hace muchos años, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, cuando formaba parte de la Junta de Andalucía, había señalado que el cupo vigente era un privilegio injustificado, y es que en política las palabras valen en función de la fuerza y la habilidad que tienes. El portavoz peneuvista, Aitor Esteban, se ha asegurado la reunión de la comisión mixta con el Estado que remate este acuerdo para antes de que el trámite parlamentario presupuestario haya sido completado, y ha señalado que la negociación continúa abierta en muchos temas, que confía en que den su fruto en los próximos días para anunciar nuevos acuerdos tras el sí a las cuentas públicas.

Al final, Esquerra, después de una semana en la que había dicho de todo, ha desojado la margarita y no ha presentado la enmienda a la totalidad. A diferencia del PNV no ha anunciado cuál es la contrapartida obtenida en la negociación, de lo que cabría deducir que cerrado aún no hay nada. De todas maneras, en el zoco de la negociación que es la ruleta presupuestaria, solo aparecen dos posibles objetivos por parte de los republicanos. El primero tiene que ver con la modificación del Código Penal y la reforma del delito de sedición y el segundo con la aprobación de los presupuestos de la Generalitat por parte del PSC, una vez es más que evidente que Junts per Catalunya no los va a votar.

Que Pedro Sánchez desde Bruselas haya dado largas señalando que le faltan apoyos parlamentarios para modificar el Código Penal, es falso, ya que los tiene de sobras. Otra cosa es que piense que es un peaje que si se lo puede ahorrar, mejor que mejor. Que Oriol Junqueras le haya vuelto a recordar que el clima de confianza se construye sobre todos los aspectos al mismo tiempo es el ejemplo de que nada está cerrado. Otra cosa es que las expectativas sobre esta reforma sean exageradas. Si finalmente se realiza, que nadie la empaquete, ni la relacione con la demanda de desjudicialización porque, lamentablemente, en muy poco va a cambiar la situación actual. Los vericuetos de la alta justicia en España son tantos, y de eso el independentismo tiene sobradas muestras, que si se trata de fijar una condena primero se miran los años y después se buscan los delitos.

Colateralmente está el tema de los presupuestos catalanes que el Govern de Esquerra querría, sin duda, aprobar pero que desde la sede de Calàbria no hay exactamente la misma percepción y tampoco ven mal una prórroga presupuestaria. El PSC ahí está, esperando su turno y viendo como obtiene la mejor tajada de una situación política que le ha situado en el centro del cuadrilátero y en la que gana en cualquier circunstancia. Si Esquerra le va a buscar, se podrán anotar los socialistas un papel importante en la estabilidad y su responsabilidad ante una situación difícil. Si no le va a buscar, la portavoz socialista Alicia Romero ya ha puesto encima de la mesa la posibilidad de una moción de censura.