Por si alguien pensaba que esta iba a ser una campaña en que la clave nacional se iba a quedar en el armario de los comicios del 12 de mayo, la propuesta del president de la Generalitat, Pere Aragonès, formulando incluso cuál sería su pregunta en un referéndum acordado con el Estado ha desbaratado buena parte de los análisis de los opinadores unionistas, empeñados en acercar las elecciones más al frame de unos comicios españoles que al de unas catalanas. Es posible que la irrupción del president en el exilio Carles Puigdemont en las elecciones haya puesto patas arriba las estrategias de los partidos, tanto de su propio partido, Junts per Catalunya, como las de Esquerra Republicana y del PSC. Lo cierto es que el adelanto electoral de Aragonès ante la imposibilidad de sacar adelante los presupuestos de la Generalitat para 2024, con el que también hacía, dicho sea de paso, un jaque a la candidatura de Puigdemont, parece haber tenido dos efectos contrarios: en ERC, el de reforzar su discurso más independentista, el que menos ha brillado en estos últimos tres años; y, en el caso de Junts, dar cabida a su perfil de una Catalunya en que la gestión pase a ser una cosa importante.

Alguien ha dicho que parece que este martes Puigdemont y Aragonès hubieran intercambiado sus roles. El primero empezaba el día anunciando la incorporación a su lista por Barcelona en el número dos de la empresaria nacida en Olot Anna Navarro i Descals, más conocida como Anna Navarro Schlegel (su nombre de casada), residente en Estados Unidos, y elegida en el año 2020 como la mujer más influyente del mundo en el ámbito de la tecnología, según Analytics Insight, una publicación de referencia en los EE.UU. en inteligencia artificial, big data y análisis. También está considerada uno de los perfiles más brillantes de Silicon Valley. En los últimos 30 años, ha liderado equipos de globalización, PLC, ingeniería, producto internacional, contenido técnico, estrategia corporativa y marketing en las principales empresas tecnológicas de Silicon Valley, como Cisco Systems, Google, VeriSign, VMware, Xerox y NetApp. Sin duda, un buen golpe de efecto y una manera de desprenderse de un plumazo de la imagen de que al lado de la apuesta por la independencia no había proyecto político alguno.

A mediodía, contrarrestaba Aragonès, con una cita informativa anunciada previamente, desde el Palau de la Generalitat, en la que aprovechando el encargo que había hecho al Institut d'Estudis de l'Autogovern, a partir del informe del comité de expertos sobre el acuerdo de claridad, proponía que haciendo uso del artículo 92 de la Constitución se acordara con el Estado un referéndum de independencia con la siguiente pregunta: "¿Quiere que Catalunya sea un estado independiente?". El hecho de que este paso lo haya dado en plena campaña electoral rebaja el impacto que hubiera podido tener en otro momento de su presidencia, pero, dicho eso, es también obvio que Esquerra no quiere dejar en manos de Puigdemont las únicas banderas nacionales y toda la carpeta de autodeterminación. En este sentido, el referéndum acordado es la única vía después de no haber podido implementar el mandato del 1 de octubre de 2017 y no estar tampoco en el horizonte que ello vaya a suceder en el corto plazo, ni de que haya mayorías parlamentarias para ello.

Es obvio que Esquerra no quiere dejar en manos de Puigdemont las únicas banderas nacionales y toda la carpeta de autodeterminación

Como ya dije cuando se convocaron las elecciones, esta campaña va a ser la más disputada en Catalunya en los últimos años. Sobre todo, porque tres candidatos se lo juegan casi todo. Salvador Illa, Carles Puigdemont y Pere Aragonès saldrán del 12 de mayo en unas condiciones u otras. A los tres, en principio, solo les vale la victoria. Incluso, el candidato de Esquerra, el más distanciado, hoy por hoy, del triunfo, necesita dar la batalla hasta el final, ya que solo José Montilla, en 2010, ha perdido unas elecciones habiéndose presentado como president a la reelección. Pero Illa nunca habrá tenido tan cerca la victoria después de acariciar durante toda la legislatura un triunfo, que ya logró el 2021, aunque no le sirviera para ser president. Y el caso de Puigdemont, con el horizonte inequívoco de su retorno, no guarda parangón con su cabeza de cartel de 2017 y 2021, ya exiliado en Bélgica. Ahora, necesita, como sea, salir triunfador no solo ante ERC sino también con el PSC.