A tan solo unos meses de cumplir 90 años, Ramón Tamames, reputado economista procedente de las filas del Partido Comunista de España (PCE) en los primeros años de la transición española y militante después en formaciones tan diferentes como Izquierda Unida y el CDS, el partido fundado por Adolfo Suárez cuando abandonó la UCD, está a punto de protagonizar su última y más sorprendente pirueta política: aceptar ser el candidato de Vox en su anunciada moción de censura a Pedro Sánchez. El circo de la política que tan bien sabe aprovechar Vox con su populismo ultraderechista y su rancio aroma de tiempos pasados ha encontrado a un luchador antifranquista de aquellos años como banderín de enganche a su proyecto político 50 años después.

La multiplicación de partidos en España y el sistema electoral que sin duda lo facilita, ayuda a que conozcamos, con una cierta periodicidad, numerosos cambios de filas. Entre la derecha y la izquierda y viceversa, pero también entre independentistas y no independentistas. Jorge Verstrynge fue secretario popular de Alianza Popular y desde 2014 milita en Podemos; Fernando Savater transitó de posiciones libertarias a Ciudadanos; Rosa Díaz del PSOE a UPyD, y así podríamos seguir con más de un cambio sorprendente. Pero ninguno tan extremo como el de Tamames, un referente en la izquierda española durante la transición.

Más allá de la extravagancia de Tamames, atribuible, en parte, a un protagonismo desmedido, está la involución de una cierta izquierda descaradamente defensora de una España monolítica, incapaz de entender las diversidades culturales, lingüísticas y nacionales. No solo la derecha encuentra personajes que se creen que pueden ser como don Pelayo trece siglos después, también los hay, y no en cuentagotas, en la izquierda. No es extraño, entonces, que Tamames crea que después de los acuerdos de Sánchez con algunas formaciones independentistas y la reforma del Código Penal y las concesiones realizadas, su sitio está en Vox y acabar así de completar todo el ciclo político, de un extremo a otro, del PCE a la extrema derecha.

Será, si se acaba produciendo, la primera vez que un outsider de la política y retirado encabeza una moción de censura y es debatida en las Cortes. Fracasará y tampoco le dará mucho mayor visibilidad a Vox, en plena batalla con el Partido Popular para marcar espacio propio y robarle a Feijóo una franja de diputados. Que todo no deja de ser un espectáculo sin recorrido alguno, más propio de los reality shows de la cepa hispana, lo muestra que Tamames y Abascal ni se conocían. Pero qué caray, ha debido pensar Tamames, incorrupto ante el ridículo.