Como que la historia reciente del PSOE ha estado repleta de barones socialistas siempre dispuestos a hacer el papel que actualmente realiza el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, de díscolo, centralista y chauvinista, cuando se trataba de asuntos relacionados con Catalunya, no está de más preguntarse si este nuevo embate público es un gesto de rebeldía del manchego o, por el contrario, los socialistas lo utilizan como coartada para acabar pagando un precio más barato.

Porque las palabras de Page, exagerando el acuerdo entre el PSOE y los independentistas, y situando poco menos que a su partido fuera de la Constitución tras la aceptación de unas enmiendas a la ley de amnistía, no merecen una respuesta verbal de la dirección socialista ubicándole en el extrarradio del partido. El paso sería llevarlo a la comisión de disciplina por la desautorización permanente que hace de dichos pactos, que, por cierto, bien ratifican a diario tanto en el Congreso de los Diputados como en la ejecutiva del partido los representantes de Castilla-La Mancha. Como si una cosa fuera el ruido público, que tanto gusta a El Mundo, ABC y La Razón, y otra muy diferente, jugar más de la cuenta con las cosas de comer.

Porque el PSOE siempre ha tenido desde el inicio de la Transición personajes que han despuntado a la hora de representar estos papeles. Durante los años de Felipe González se hicieron un nombre tres presidentes autonómicos que fueron bautizados con el nombre de los tres tenores. A saber, el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el andaluz Manuel Chaves y el manchego José Bono. Ellos tres salían con celeridad a la palestra cada vez que González estaba en aprietos por demandas catalanas y el ruido que generaban conseguía rebajar las reivindicaciones iniciales. Zapatero también los utilizó, porque los tres tenores tuvieron una política longeva, con el único cambio de Griñán por Chaves y devolviendo a Josep Borrell a la esfera política. El de La Pobla, más cómodo en algunos momentos con la política del PP o Ciudadanos en el tema territorial, siempre ha tenido su colmillo afilado a punto.

No está de más preguntarse si este nuevo embate público es un gesto de rebeldía de García-Page o, por el contrario, los socialistas lo utilizan como coartada para acabar pagando un precio más barato

Ya con la generación Pedro Sánchez han destacado, además de Page, Lambán (Aragón) y Vara (Extremadura). Como que tras las elecciones del pasado mes de mayo, tan solo Page quedó a flote, también se ha quedado solo en esta cruzada. Veremos si el PSOE está decidido a cortar por lo sano y por una vez mantiene el rumbo, ni que sea por necesidades parlamentarias aritméticas. Los negociadores socialistas saben que todo lo que han tenido que aceptar en la amnistía, también las correcciones realizadas en el tema del terrorismo, ha sido fruto del empecinamiento por querer llevar al huerto a los independentistas. Hacía muchos meses que el redactado final se les había puesto encima de la mesa y el ministro Bolaños se resistía a aceptarlo. Con esta actitud, claro que ha sido un trágala para el PSOE. Pero advertidos estaban. Otra cosa es que hicieran como si lloviera.