La declaración conjunta "del Reino de España y la República Federal de Alemania" en la que han se ha anunciado que ambos gobiernos han acordado este viernes abrir un diálogo "con el objetivo de encontrar una respuesta a la solicitud española de que sus lenguas oficiales distintas del español sean reconocidas como oficiales en la Unión Europea, de forma que sea aceptable para todos los Estados miembros", es, sin duda, un ejemplo que debería enseñarse en la carrera de Políticas: el palo sirve más que la zanahoria. Si no, ¿cómo se explica que el gobierno de Pedro Sánchez haya tenido esta carta para ofrecer a Junts cuando el partido de Carles Puigdemont ya ha anunciado una reunión de la ejecutiva del partido para formalizar la ruptura con el PSOE y llevara cabo una consulta de las bases al día siguiente, martes, para ratificar la decisión de la dirección? 

El gobierno español ha arrancado un compromiso escrito a Alemania que no prejuzga ni el final del diálogo, porque hay más estados en contra, ni el tiempo que necesitará hipotéticamente para llegarse a un acuerdo, ya que lo único que se dice, al final, es que este diálogo bilateral comenzará a la mayor brevedad "a cargo de nuestros respectivos Ministerios de Asuntos Exteriores". La pregunta es ¿por qué no se ha arremangado antes Pedro Sánchez y ha tenido que esperar a mover ficha en el tiempo de descuento? Porque, es evidente, que ese comunicado no es fruto de la maduración de largas conversaciones entre los dos países durante dos años, ya que, si no, no se hablaría de que han acordado hoy [por el viernes] abrir un diálogo.

Sánchez ha jugado con el calendario, cosa que puede ser, hasta cierto punto, legítima, y ha tenido enredado a Junts en el laberinto. El enfado de Junts tenía razón de ser y también su desesperación porque las cosas no avanzaban. El caso del catalán es un ejemplo palmario: en la Unión Europea las cosas funcionan por favores entre estados, tú me das, yo te doy. Siempre se recuerda como España compró el silencio de Letonia sobre la independencia de Catalunya con el compromiso de enviar aviones de combate españoles, cazas F-18, durante el 2017 y el 2018. Basándose en eso, Junts apretaba para una gestión similar con la oficialidad del catalán y, por lo que parece, este acuerdo bajo mano se debe haber realizado esta semana en Bruselas. Con el tiempo sabremos que ha costado este comunicado.

Cuando el PSOE ha visto peligrar realmente la Moncloa, se ha movido

Volvamos a la ejecutiva de Junts del lunes: cuando el PSOE ha visto peligrar realmente la Moncloa, se ha movido y, en consecuencia, la conclusión desde el partido independentista es que funciona mejor el desacuerdo que el acuerdo. Satisfacción porque se hable de las lenguas oficiales —refiriéndose al catalán, vasco y gallego— y no de esa terminología tan minúscula de lenguas cooficiales. Y por el hecho de que siete diputados en el Congreso hayan forzado un comunicado tan importante de dos estados de la Unión, sobre todo Alemania, para contentarlos. Dicho esto, la situación entre ambos partidos no está reconducida y el problema de fondo sigue siendo, por ahora, parecido al de antes del comunicado.

Pero igual que ha habido un movimiento en el catalán, puede haber otros. Hay 48 horas hasta la ejecutiva de Junts, y Podemos —que veta el acuerdo de las transferencias de inmigración a Catalunya— recibió este viernes un cromo con el retraso del inicio de las obras de la ampliación de El Prat hasta 2032, una de sus banderas. Como las cosas no son gratis, será a cambio de algo. ¿Inmigración?