El aterrizaje de Susana Díaz en la política española puede acabar siendo la carta de defunción del Partido Socialista Obrero Español. Los partidos pueden asumir un cierto grado de demagogia, pero no pueden transmutarse tanto que la demagogia sea su única divisa sustituyendo totalmente a la política. La sultana, como es conocida coloquialmente en Andalucía, donde ha sustituido a los imputados Manuel Chaves y José Antonio Griñán, tiene el mando absoluto en la más grande federación del PSOE. Tanto es así, que en el PSOE se hace lo que Andalucía decide. Y punto. El último en padecerlo ha sido el PSC y su primer secretario Miquel Iceta, que hace solo unos meses, en septiembre, proclamaba su apoyo a Pedro Sánchez y desde la tribuna de Gavà en la Festa de la Rosa le instaba de la siguiente manera: "Pedro, mantente firme, líbranos de Rajoy y del PP".  Llegó Rajoy, con los votos del PSOE -ciertamente, no los del PSC-, cayó Sánchez y en el socialismo se abrió un cráter muy difícil de taponar.

Susana dice que viene a ganar y se presenta como una candidata de unidad frente a Sánchez y Patxi López. Nada más lejos de la realidad. Si la disciplina funciona en el PSOE, ganará el pulso. Entre otras cosas, porque el árbitro -la gestora- no parece neutral y todo aquel que en el pasado ha sido importante en el partido ha acudido este domingo al palacio ferial de Ifema, aunque sea más para parar a Sánchez que para ganar a Mariano Rajoy. Felipe, Zapatero, Guerra, Rubalcaba, Chacón, Bono, una docena de exministros, toda la vieja guardia socialista arropó a la presidenta andaluza. La representación del socialismo catalán la llevó el alcalde de Cornellà, Antonio Balmón, que puso a su disposición el PSC, un partido que después de tanto desangrarse asemeja hoy a aquel Estatut después de pasar por el Congreso y que Guerra definió acertadamente como "cepillado". Así, Balmón señaló que "el PSOE es el PSC y el PSC, el PSOE". Punto y final.

Que Susana Díaz encarne la visión más jacobina del PSOE casi es una anécdota. Eso hubiera sido importante hace unos años, pero ahora, para una parte muy importante de la política española, lo único que tiene valor es estar en condiciones de confrontarte al independentismo. No querer ni sentarse a la mesa a negociar. Y por eso, lo que viene a ser el tridente unionista ya está sobre el terreno de juego: Mariano Rajoy, Albert Rivera y Susana Díaz. Parecen tres pero son tan solo uno. Rajoy no podía encontrar mejores muletas en el PSOE y en Ciudadanos.