Los órganos dirigentes de la CUP-Crida Constituent han decidido mantener la enmienda a la totalidad de los presupuestos de la Generalitat lo que equivale, de hecho, a retirar su apoyo al Govern. El proceso político que seguía Catalunya desde 2012, con cuatro gigantescas movilizaciones en la calle y dos elecciones por en medio, hace aguas por el lado más imprevisto y varios meses después del 27 de septiembre se hace evidente lo que muchos decían en voz baja: los 72 diputados, la mayoría absoluta de la Cámara catalana, es una falacia, ya que los diez de la CUP tienen su agenda propia y dejarán de sumar con los 62. La investidura fallida del president Mas fue el primer ejemplo, las 60 votaciones perdidas en el Parlament el día a día de la legislatura, el incumplimiento del documento que daba paso a la investidura de Carles Puigdemont el último engaño, y el retorno de los presupuestos del vicepresidente y conseller d'Economia, Oriol Junqueras, un cálculo erróneo, ya que difícilmente los presupuestos podían ser más sociales y más rigurosos.
Pero la CUP, incómoda desde el primer día con la posición central en que le ha situado la aritmética parlamentaria, ha decidido abandonar la mayoría con la que se comprometió en enero y, siguiendo un acuerdo posterior de su asamblea, rescindir el pacto. Es evidente que no es una noticia menor, por más que los portavoces cupaires traten de rebajarla y de trasladar la impresión de que no pasa nada. Pasa y es importante. Es posible que en el mundo político de la CUP sea como ellos lo plantean pero en el parlamentarismo moderno la pérdida de una votación de presupuestos es muy importante. Y Junts pel Sí no puede regirse por las reglas de la CUP sino por las de las dos formaciones que le dan apoyo, Convergència y Esquerra Republicana.
Asistiremos a partir de ahora a un intento de pasarse la culpa de unos a otros. Incluso, un portavoz de la CUP recriminaba al departamento de Economia que hubiera presentado las cuentas en la Cámara catalana sin haberlas negociado antes. Es una versión interesada, ya que fue justo al revés y a todos los intentos de Junqueras de negociar siempre recibía la misma respuesta: que los llevara al Parlament y que allí los negociarían. De ahí la sorpresa cuando presentaron la enmienda a la totalidad y el discurso del vicepresident emplazando a la CUP que la retirara y permitiera su discusión, partida por partida, para ajustar las discrepancias y no recibir un trato inferior al de la alcaldesa Ada Colau con los del Ajuntament de Barcelona.
La inminente cita con las urnas en España y la incerteza de los resultados, así como la campaña que hay por delante, postergará, seguramente, las decisiones a adoptar en Catalunya. Tanto Puigdemont como Junqueras rechazan una nueva convocatoria electoral en otoño en Catalunya. Habrá que ver como se recomponen mayorías parlamentarias y, quizás, explorar otras vías aunque hoy no se ve en el horizonte ninguna fuerza política que permita mantener la agenda del actual Govern. Se abre un nuevo tiempo.