Si el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el PSOE hicieran la lectura correcta de lo ocurrido este domingo en Madrid, el grupo de Whatsapp que tienen la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, el vicepresident del Govern, Pere Aragonès, y la consellera de Presidència, Elsa Artadi, ya se habría activado hoy mismo, después del pinchazo de la manifestación de las derechas —moderada y extrema— en la plaza de Colón. Dejémoslo en pinchazo ya que el VAR no se pone de acuerdo sobre la asistencia: 45.000 manifestantes, según la Delegación del Gobierno, y 200.000, según los organizadores. Es probable que sea una cifra intermedia, pero a la postre es casi irrelevante: hay vida en el diálogo si Sánchez no es timorato y se sienta a hablar en serio con los independentistas catalanes.

No podía salirles peor la manifestación contra el diálogo entre el gobierno español y el catalán al Partido Popular, Ciudadanos y Vox. Las cifras quedan en todos los supuestos muy lejos de sus expectativas y de las que habían levantado sus representantes mediáticos madrileños, desde ABC y El Mundo a La Razón de Planeta: no acudieron ni sus lectores y eso que eran ellos los que la convocaban. Lejos también de los miedos del resto de la prensa escrita en decadente influencia, de allí y de aquí. Hay un espacio para el diálogo franco que pasa por reconocer el referéndum del 1 de octubre, no por apearse de él como sugieren atribulados los plumillas que nunca creyeron en aquella consulta y callaron y agacharon la cabeza ante la represión policial y la violación de derechos fundamentales.

Es difícil que el gobierno español salve los presupuestos generales del Estado, pero teniendo en cuenta la importancia que les da debería intentarlo y buscar una prórroga con la retirada de las enmiendas a la totalidad presentadas por ERC y el PDeCAT, que permitiera su tramitación en las Cortes. Hay tiempo hasta el miércoles, una eternidad en política. El president Torra ha dicho que les está esperando en la mesa del diálogo y Sánchez y Calvo se equivocarán si no mueven ficha. Después del pinchazo de la manifestación de la plaza de Colón, ni que sea por unas horas, Pedro Sánchez es algo más fuerte. Es muy poco, pero algo es algo.

Y Felipe González y Alfonso Guerra, el pasado y sus adversarios. Cuanto antes se entere Sánchez de que el problema más importante lo tiene en su propia casa, mejor.