El grupo hotelero que tenía que transformar la Torre Agbar en un nuevo cinco estrellas gran lujo en la ciudad de Barcelona se ha cansado de esperar que se le confirmara la licencia y el proyecto ha sido retirado. La decisión del equipo municipal de Ada Colau de impulsar en julio de 2015 una moratoria hotelera, adoptada cuando llegó a la alcaldía, pasa así factura a la ciudad. Sin duda, la capital catalana necesita un plan de hoteles pero éste no debería impedir la construcción de alojamientos de gama alta que permiten la llegada de un perfil de turista imprescindible y, además, mejoran la oferta para acoger congresos y convenciones. En el caso del edificio Agbar se da además la circunstancia de que sus especiales características le otorgan un indiscutible carácter emblemático en el paisaje de la ciudad y, así, la obra del arquitecto Jean Nouvel acaba siendo siempre un foco de atracción turística. Ahora será un proyecto destinado a oficinas pero, sin duda, no será lo mismo.

La medida de Colau de imponer una moratoria fue un error y una tozudería. No respondía a criterios objetivos y debilitaba la marca Barcelona. En última instancia, los únicos perjudicados en momentos de baja afluencia de visitantes hubieran sido las propias cadenas y las ofertas turísticas hubieran podido ser más bajas. Pero eso es tan obvio que solo cabe entender su decisión por razones ideológicas. No lo hubiera hecho la ciudad Londres, ni París, ni Roma, impedir la instalación de una cadena hotelera internacional como en Barcelona. En el caso de la Torre Agbar, además, la suspensión de licencias de alojamientos turísticos aprobada por el consistorio no le afectaba ya que los trámites los había iniciado cuando llegó el nuevo equipo de gobierno. Pero se ha aprovechado la suspensión de licencia para una moratoria sine die.

Ahora que el mal ya está hecho, de poco sirve lamentarse. Pero es urgente que se corrija esta actitud si no quiere desplazarse por la pendiente la marca de la capital catalana. En muchos centros de decisión del extranjero cuesta de entender este tipo de medidas, sobre todo cuando se trata de cadenas hoteleras internacionales que todas las ciudades persiguen para que se instalen en ellas.