Si no surge ningún nuevo obstáculo, el Futbol Club Barcelona pondrá el próximo domingo punto y final a la anómala situación de estar 162 días sin presidente. Una lastimosa e irresponsable gestión del presidente de la gestora ha desembocado en la parálisis institucional más importante del club, justo en el momento más delicado de la entidad, con las consiguientes pérdidas económicas para el club. Cuesta de entender que Josep Maria Bartomeu dimitiera el pasado 27 de octubre y las elecciones no se celebren hasta el 7 de marzo, pero así es, y la junta directiva que salga escogida no dispondrá de tiempo, ya que tendrá que aplicar un plan de choque como nunca ha sucedido en los últimos años con el objetivo de poner a buen resguardo la entidad.

Joan Laporta, Víctor Font y Toni Freixa se disputan ser el 42 presidente de la entidad para los próximos seis años, ya que fueron los únicos que presentaron el número de firmas suficientes de socios para pasar el corte. Laporta, que desde el primer momento ha optado por un tono de campaña muy presidencialista, es el favorito, ya que a su indiscutible liderazgo, conocimiento y empatía suma el haber sabido identificar perfectamente cuáles son las necesidades perentorias del club, situando su proyecto económico de la mano de Jaume Giró como el más sólido de las tres candidaturas. Los debates que ha habido sobre esta materia estas dos últimas semanas entre Giró, Font y Freixa han sido, en este aspecto, bastante definitivos.

El que aparentemente era su principal rival, Víctor Font, ha ido perdiendo fuelle a medida que caían las hojas del calendario. La precampaña se le ha hecho demasiado larga y su proyecto ha tenido demasiadas lagunas, bajas e improvisaciones. Ha sido el único candidato que ha intentado que la campaña se saliera de la corrección, introduciendo acusaciones infundadas. Respecto a Toni Freixa, que aparecía inicialmente como un outsider, la precampaña le ha ayudado, no ha cometido errores de bulto, y ha identificado perfectamente cuáles eran sus potenciales votantes, que fundamentalmente se mueven desde lo que se conoce como el nuñismo hasta el rosellismo.

A falta de siete días, si algo hay que lamentar es que la gestora no haya ubicado más colegios electorales en el territorio para que los socios que no han emitido su voto por correo pudieran depositar la papeleta en su propia comarca, ya que con las restricciones por la Covid no pueden, en principio, salir de este perímetro. Lo que quiere decir que los socios de 37 comarcas no podrán votar presencialmente el domingo si el Procicat no concede algún tipo de facilidad. Todo un déficit democrático que la gestora ha tenido tiempo, empleados y recursos económicos más que suficientes para corregir. Una lástima.