"Son las cinco y todavía no he comido". Seguramente esta frase es la que quedará con el tiempo como recuerdo de la grotesca conferencia de prensa ofrecida por Pedro Sánchez en la sede federal del PSOE en la calle Ferraz de Madrid. Por segunda vez en cuatro días, el presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas españoles se puso delante de los periodistas portando como principal responsable las mochilas de los Koldo, Ábalos y Santos Cerdán. El mago que siempre saca petróleo, incluso en sus peores circunstancias, naufragó absolutamente en la conferencia de prensa de este lunes: las medidas de regeneración son inexistentes, el ataque al Partido Popular por sus casos de corrupción es un estéril ejercicio de y tú más y, finalmente, la justificación de no convocar elecciones porque ganarían PP y Vox es un preocupante ejercicio de lo que son los límites de un gobernante en democracia, ya que este argumento llevado al máximo permite hacer cualquier cosa.

Si los socialistas españoles entraron en estado de shock el pasado jueves, es muy posible que ahora hayan aumentado su preocupación, ya que no hay aparentemente en marcha un plan para detener la sangría de informaciones sobre la corrupción que les atenaza. El ejercicio de aparente transparencia que quiso ofrecer es una caja vacía, ya que expulsar del partido después de catorce meses de expediente a Ábalos es casi una inocentada igual que anunciar una nueva auditoría externa sobre las cuentas del PSOE. Por otro lado, su comparecencia en el Congreso es obligada y la comisión parlamentaria del caso Koldo veremos en qué queda. Los anuncios de que piensa intentar presentar una moción de confianza y que no descarta una remodelación de gobierno son tan inconcretos que más bien parecen un intento de salir del pozo que algo que esté en fase muy avanzada. Respecto a la primera cuestión, Podemos, el partido de Pablo Iglesias, ha enseñado las uñas: "Nosotros no iremos a participar de una operación de lavado de cara de un partido corrupto", han explicado respecto a la ronda de conversaciones que quiere abrir Sánchez con los partidos de investidura y que Junts le reclamó. Con una abstención de los cinco diputados de Podemos, una moción de confianza de Sánchez quedaría 172-172 a su favor. Si votaran en contra, el presidente la perdería.

Enrocarse como hace Sánchez es una estrategia más de desesperación que de cualquier otra cosa

Sin embargo, lo más preocupante de la intervención del presidente fue esa sensación de no captar la gravedad del momento y tirar pelotas fuera, como si no fuera el PSOE el que estuviera en el ojo del huracán. El propio símil de que era el capitán tratando de capear la tormenta y que lo que había que hacer era proteger el gobierno progresista, que España se merece avanzar y no retroceder y que no iba a romper la estabilidad convocando elecciones para que lleguen al gobierno PP y Vox es, seguramente, droga dura para los militantes más fieles, pero un mensaje desalentador para el votante de centroizquierda que lo que quiere es confiar en su partido. Eso dicho en un tono, en ocasiones fanfarrón y en otras de una agresividad improductiva, como cuando habló del álbum de fotos de Feijóo con narcotraficantes en referencia a una instantánea del presidente del PP con el narcotraficante y blanqueador de dinero gallego Marcial Dorado durante la década de los 90. Enrocarse así es una estrategia más de desesperación que de cualquier otra cosa. Lo mismo que insistir en que el PSOE es una organización limpia como si lo que ya se sabe fuera cosa de dos militantes cualquiera. Pero acabar su importante conferencia de prensa y salir así corriendo del escenario con que son las cinco y todavía no había comido, un disparate.

Mientras todo esto sucede, en la cúpula del PSOE se sigue mirando a Koldo, Ábalos y Santos Cerdán para conocer sus movimientos. El primero, claramente, ha decidido seguir proporcionando material de las grabaciones de que dispone y que, al parecer, son suficientemente jugosas para que las cosas escalen varios peldaños más y lleguen hasta el mismo Gobierno. Ábalos, ya formalmente expulsado del PSOE, conserva su escaño en el Congreso y tras su reciente expulsión del PSOE ya tiene que vislumbrar que su expartido va a hacer recaer en él todas las responsabilidades. Santos Cerdán debe andar buscando abogado una vez el letrado jefe del PSOE ha anunciado que su apoyo legal acababa cuando renunciara al acta. Más bien parece que los socialistas no midieron los efectos de un error de bulto y lo han corregido. Los pasajeros del Peugeot con que Sánchez recorrió España para recuperar el liderazgo del PSOE ya están fuera del vehículo, que se ha quedado con un único pasajero. No es que el presidente haya hecho limpieza, sino que ha sido incapaz de ver lo que sucedía o, en el peor de los casos, ha sido cómplice. Y esa losa la llevará de por vida.