Mientras en Washington la nueva directora del Fondo Monetario Internacional, la búlgara Kristalina Georgieva, alerta de una desaceleración este mismo año en casi el 90% del mundo y de que el crecimiento se situará en su tasa más baja desde principios de la década; cuando en París la OCDE detecta signos de fatiga en la economía española, que no es otra cosa que decir eufemísticamente que España no está preparada para lo que viene ya que su endeudamiento es ya superior al PIB, el sistema de pensiones está quebrado, el turismo y el tocho siguen siendo los únicos motores la economía y el paro está a punto de iniciar una peligrosa subida... el presidente del Gobierno en funciones prosigue su escalada de promesas por todo el territorio.

Este martes, Sánchez, ajeno a todo, en un acto electoral en Jaén con comida incluida, ha prometido reducir el número de jornadas trabajadas para cobrar el subsidio del antiguo PER. La vieja receta socialista en Andalucía y que tan buenos resultados comporta... si la gente no se queda en casa. Lo ha anunciado de la mano de su adversaria irreconciliable, Susana Díaz -la campaña tiene esas cosas- y los beneficiados son  unos 57.000 andaluces y unos pocos miles de extremeños. La víspera, la promesa había sido subir las pensiones en diciembre, aunque el Gobierno esté en funciones, de acuerdo con el IPC.

Habrá que ver qué promesa tiene para este miércoles que visita Catalunya, donde celebrará un acto en l'Hospitalet de Llobregat, el feudo de la potente Núria Marín que no tiene en estos momentos quien le tosa ni dentro ni fuera del PSC y situada, actualmente, en un discreto -e inteligente- segundo plano. ¿Quizás la financiación autonómica? Por si acaso, recordar que se tenía que haber aprobado en 2015 y ahí sigue. ¿O a lo mejor las Rodalies, que estaban en una lluvia de millones que iba a recibir Catalunya y que nunca llegaron?. Ni con Rajoy ni con Sánchez. En parte, sería suficiente que se comprometiera a que las inversiones en infraestructuras que figuran en los presupuestos se cumplieran y que no se viviera la vergüenza del último año, que situó la ejecución presupuestaria en Catalunya en el 66% y en Madrid en el 114%. Se supo en julio y nadie se escandalizó en la capital española.

Tampoco parece probable que hable Sánchez de una amnistía de los presos políticos si la sentencia es condenatoria, una demanda mínima en estos momentos no solo del independentismo sino también de los comunes. No quedan muchas más promesas ya que o son muy menores o están también quemadas de etapas anteriores. Entonces, vendrá a hablar de convivencia y de ley, dos recetas que son últimamente un clásico, junto con que el independentismo tiene que condenar la violencia como si alguna vez no lo hubiera hecho. Pero algo más tendrá que hacer el candidato si quiere remontar las encuestas y salir del lío en el que igual se ha metido con una convocatoria electoral meramente táctica e innecesaria. Jugar a la ruleta electoral permanentemente tiene estas cosas. A veces, igual te quemas.