La noticia de que el cantante Joaquín Sabina había utilizado una estructura mercantil para facturar varios millones de euros y defraudar así al Fisco lo que eran simple y llanamente rentas del trabajo viene a sumarse a la de numerosos actores o actrices que antes habían aparecido en los llamados papeles de Panamá y también a aquellos que, en otros momentos, simplemente han sido descubiertos por inspectores de Hacienda utilizando infinidad de sociedades pantalla con el objetivo fundamental de esquivar sus obligaciones fiscales.

En el caso de Sabina, a diferencia de otros, sin embargo, la noticia que se ha conocido estas últimas horas y ha sido difundida ampliamente supera la que sería la de un simple defraudador por un motivo, que no es menor: el papel político-social que el cantante ha intentado jugar desde la izquierda apareciendo públicamente como avalador de candidatos. Ha quedado para la historia su presencia en lo que se conoció mediáticamente como el clan de la ceja que, en 2008, hizo campaña por Zapatero cuando se presentó a la reelección como presidente del Gobierno español.

Allí estaba Sabina pero también Pedro Almodóvar, que hace unos meses apareció junto a su hermano Agustín en los papeles de Panamá, y Miguel Bosé, que directamente reside en Panamá. Sabina, Almodóvar y Bosé fueron los propulsores de aquel gesto del dedo sobre su ceja para decir Zapatero en el lenguaje de sordos. Era coherente con su exilio en Londres mientras era perseguido por el franquismo y hospedaba en la capital inglesa a miembros de ETA. Pero de todo aquello hace casi medio siglo. Ahora, como dice Sabina en una de sus canciones más famosas, Quien me ha robado el mes de abril?, la pregunta que debería hacerse bien podría ser, no cantando como hace sobre el amor sino sobre su acción: ¿cómo pudo sucederme a mí?