Las enigmáticas declaraciones en Barcelona del ex presidente del Gobierno José Luís Rodríguez Zapatero, abordando un hipotético retorno del president Carles Puigdemont a España, han dejado detrás suyo más interrogantes que certezas además de haber conseguido que las derechas y sus medios de comunicación saltaran al ruedo con aquella irritación que les acompaña siempre que se habla del president en el exilio. Zapatero ha dejado encima de la mesa dos ideas: no tengo ninguna duda de que hay gente trabajando en una solución para Puigdemont y estamos ante una situación muy inédita institucionalmente que es muy delicada jurídica y políticamente

Aunque la mirada de Zapatero nunca ha sido exactamente la del PSOE y ha tratado de tener una posición propia que le permitiera, llegado el caso, tener un rol personal en la solución del conflicto -suya es la frase "sin Puigdemont no hay solución al problema catalán"- cuesta mucho saber si estamos ante una liebre corriendo en solitario o ante un globo sonda para conocer el grado de efervescencia de una noticia, seguro que embrionaria, pero de un calado evidente. Zapatero es el primer dirigente socialista importante que abre el debate después del nuevo desastre que ha supuesto para la justicia española y, en general para la imagen de España, el rechazo a la petición de extradición formulada por el Tribunal Supremo a la justicia italiana. Que se zanjó, como es de sobras conocido, con la libertad y sin medidas cautelares de Puigdemont por la Corte de Apelaciones de Cerdeña.

 

 

Va a costar saber, al menos a corto plazo, si se está moviendo algo en Madrid, aunque sea tan solo el temor a todo el escenario judicial que le viene a España por delante y que, hoy por hoy, parece orientado a que el Tribunal General de la Unión Europea vaya fallando en contra del Supremo y a favor de Puigdemont. Para eso aún faltan meses pero es obvio que la posición española quedaría muy debilitada a menos de que no se quisiera dar una patada a la mesa y adoptar una actitud como la de Polonia, donde el Tribunal Constitucional acaba de dictaminar que su legislación está por encima de la europea. Bruselas, Berlín y París ya han advertido a Varsovia, pero la pregunta es: ¿Quiere España seguir el camino de Polonia?.

Más bien parece verosímil que no transcurra mucho tiempo sin que alguien significativo desde Bruselas traslade a Madrid que hay mucho dinero en juego de los Fondos Europeos en los próximos años para que se sigan haciendo tonterías. Y que ha llegado el momento de zanjar esta cuestión de manera acorde con la posición final que adopte en primavera la justicia europea. Y quien activó la justicia española para salvar la unidad al grito de "a por ellos" tiene que recorrer a la inversa el camino andado hasta la fecha. Porque la UE no va a consentir ni a Polonia ni a España que la primacía del derecho europeo sea cuestionada. ¿Parece esto probable? Hoy, sí. De ahí que surjan en el debate planteamientos que pueden sonar extraños, muy extraños, como un indulto preventivo. Una figura no contemplada jurídicamente, pero, como dice Zapatero, estamos [quiere decir España] ante una situación institucional muy inédita.