El gobierno español acaba de comunicar que no se reunirá con el catalán al finalizar el Consejo de Ministros que se celebrará en Barcelona el próximo 21 de diciembre. La iniciativa del president Quim Torra queda, pues, en papel mojado y se pone de relieve lo que todo el mundo sospechaba: la reunión del gobierno español en Barcelona es meramente propagandística y hay que separarla de cualquier intento de Pedro Sánchez de mejorar las relaciones con Catalunya. De hecho, la Moncloa manda dos mensajes: podemos venir a Catalunya a reunirnos todas las veces que queramos y no tenemos ninguna obligación de reunirnos con las autoridades catalanas.

Si polémica fue la elección de la fecha, el 21 de diciembre, el día de las últimas elecciones catalanas, que se celebraron en unas condiciones de inferioridad para el independentismo después de que Mariano Rajoy hubiera disuelto el Govern e incautado las instituciones catalanas, no deja de ser más extraña esta actitud de Sánchez. ¿Qué sentido tiene celebrar un Consejo de Ministros en Barcelona si en la agenda no hay enfocar con el Govern el problema más grave que hay para la política española y que no es otro que el de la situación política en Catalunya, el único lugar de la Unión Europea en que existen presos políticos y una demanda mayoritaria de celebrar un referéndum de autodeterminación?

Este fin de semana hemos sabido que el gobierno español ha decidido invertir 5.000 millones en la red de tren de las cercanías de Madrid después de una entrevista del presidente de la comunidad madrileña con Pedro Sánchez. Una lluvia de millones que la experiencia de promesas anteriores permite pensar que sí se acabará ejecutando y que no tendrá nada que ver con aquella del 2017 de Mariano Rajoy cifrada en 4.000 millones y que solo se han invertido unas decenas de millones. Al presidente de la comunidad madrileña, del Partido Popular, nadie le ha pedido que vote los presupuestos generales del Estado, como hizo el ministro Ábalos al día siguiente de la trágica muerte en Vacarisses tras un accidente de Rodalies.  

Siempre es más fácil hacer discursos que encontrar soluciones. Y, en el tema catalán, Pedro Sánchez es un gran experto.