Realmente, oyendo a la ministra portavoz del gobierno español, Isabel Rodríguez García, un ciudadano que aterrizara después de mucho tiempo en Catalunya pensaría fácilmente que cómo se puede haber llegado al extremo de que desde el PSOE se tome a los catalanes literalmente por imbéciles. La exalcaldesa de Puertollano -allí quizás todo les resulta a los socialistas mucho más fácil- ha declarado este martes desde el atril de la sala de prensa del Consejo de Ministros que el déficit de la ejecución de obra pública en Catalunya se debe a la pandemia ya que la Moncloa ha tenido dos años muy difíciles en que se ha parado el mundo. No recuerdo una sandez de tanta envergadura -debe ser de la escuela castellano-manchega, de su compañero de partido José Bono- y eso que en política hay frases exageradas, de unos y de otros, casi a diario. O sea que el coronavirus ha hecho que solo se haya ejecutado el 36% de lo que se había acordado en los Presupuestos Generales del Estado para 2021.

Y, la pregunta más normal del mundo, es: ¿acaso no ha habido covid en Madrid? Porque los mismos datos que el Ministerio ha presentado sobre Catalunya se pueden ir a buscar a la Comunidad de Madrid y uno se encuentra que allí las inversiones previstas han sido del 184%. Es decir, que mientras en Catalunya se ha invertido un tercio de lo presupuestado, en Madrid casi se ha invertido el doble de lo que tenía que haber recibido. Otro cálculo: el diferencial entre recibir un tercio y recibir casi el el doble es de uno a seis. Isabel Rodríguez García debe estar acostumbrada a no ruborizarse y debe pensar que a los catalanes se les puede enredar siempre ya que con lo que hicieron en 2017 lo mejor que pueden hacer es callar. Si piensa eso, tenemos un problema porque ellos tienen la caja y nosotros solo el derecho a la pataleta ya que parece que nadie quiere molestar más de la cuenta a la Moncloa no sea el caso que ello dé alas a un gobierno PP-PSOE o PP-Vox.

Otro ejemplo: hace un mes que el president Pere Aragonès pidió una entrevista a Pedro Sánchez a raíz del CatalanGate. Perece razonable pensar que si has espiado a tu socio parlamentario, al que te saca las castañas del fuego en el Congreso de los Diputados con los votos de Esquerra Republicana ,algún gesto, por pequeño que sea, tengas que hacer aunque te dé pereza. Pues por ahora no. Y la explicación, también tiene su miga: "Sánchez tiene la agenda complicada" y la reunión se celebrará "cuando las agendas se puedan encontrar". No sé en qué momento será eso, ni si cuando se celebre la reunión valdrá la pena que tenga lugar. Lo que sí que sé es que para tener socios así, tampoco sé muy bien cual sería la diferencia con el PP más allá de que no habría habido los indultos parciales a los presos políticos por parte del Consejo de Ministros.

Otrosí. Las patronales catalanas han exigido al gobierno español que ejecute sin más demora las inversiones incumplidas en Catalunya. Hacen bien en decírselo a Pedro Sánchez ya que ellos y si no sus asociados también son perjudicados. La Pimec ha pedido un mejor diálogo entre ambas administraciones para solucionar de manera definitiva el colapso. También, desde Foment, que se revierta el déficit histórico que llega a los 35.000 millones en los últimos doce años. Si los políticos hacen tuits, las patronales hacen comunicados y lamentablemente una cosa y otra sirven para bien poco si después cada vez que viene el presidente del gobierno a Catalunya es agasajado como el político milagroso que ha contribuido a dejar sin oxígeno al independentismo y a dejar en papel mojado sus reivindicaciones. Porque las patronales catalanas han jugado a tener una buena interlocución con el gobierno de España más que con el Govern y con los ministros más que con los consellers.

Sánchez, que no devuelve favores a nadie, tampoco debe estar muy inquieto por los comunicados. Y si lee la prensa de papel encontrará una tibia y plana respuesta de la prensa catalana y un silencio sepulcral en la de Madrid. Un terreno abonado para no hacer nada o peor aún: para señalar al coronavirus como responsable de la falta de inversión con Catalunya. Y suerte que Isabel Díaz Ayuso es su adversaria porque si fuera su aliada podríamos olvidarnos de las migajas que nos acaban llegando.