Se tiene que tener bastante poca vergüenza para subir al estrado del Congreso de los Diputados el día que ha habido una víctima mortal en un grave accidente en un tren de Rodalies para afirmar que la mejora de la red ferroviaria depende de que Esquerra Republicana y el PDeCAT voten los presupuestos generales del Estado. Se tiene que tener una catadura especial ya que es el tercer accidente en la zona desde 2009 y las innumerables promesas de inversión de las últimas décadas —y muy especialmente de estos últimos años— de los gobiernos de González, Aznar, Zapatero y Rajoy en vez de ir a Rodalies han ido a parar a Cercanías de Madrid. Así de claro hay que decirlo porque así se han ejecutado los presupuestos generales del Estado.

El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, ha tenido muchas ocasiones y muchos ejemplos para no tener que jugar con una tragedia como la de Vacarisses. ¿Cuántos muertos más tiene que haber, señor ministro? Los presupuestos generales del Estado no se van a aprobar haya adelanto electoral o no y esa posición es irreversible. El chantaje de que solo con unos nuevos presupuestos se podrían llevar a cabo actuaciones como la mejora del salario mínimo era una gran mentira desde el principio, como ahora, pasados unos meses de permanente intoxicación informativa, reconocen desde el propio palacio de la Moncloa, que sacará adelante las propuestas estrella mediante decreto ley.

Quizás sea Rodalies una de las cosas que más han interiorizado los catalanes como una permanente desatención del Estado en los últimos años. No es nada extraño oír por la mañana en los informativos de radio que uno u otro tren lleva retrasos o hay alguna incidencia importante que hace imposible que los que utilizan este medio de transporte lleguen a la hora con seguridad. Una infraestructura vital que es utilizada cada día por cientos de miles de pasajeros tiene una red obsoleta por su falta de inversión crónica, graves problemas por la ausencia de partidas presupuestarias para la construcción de túneles que son imprescindibles para mejorar la frecuencia de paso y necesidades incluso para cubrir mínimamente las cosas imprescindibles.

Fue Mariano Rajoy en la primavera de 2017 el último presidente del Gobierno que prometió más de 4.000 millones de inversión antes de 2025 y la mitad antes de 2020. Obviamente, nada más se supo de aquellos millones que tanto entusiasmaron a la prensa afín, que lo premió con aquellos titulares de "Lluvia de millones". Ahora está Pedro Sánchez en la Moncloa y a buen seguro que habrá más promesas cuando se acerquen las elecciones. Mientras tanto, no es necesario que el ministro de Fomento use la desgracia como moneda de presión.