A diez días de la manifestación independentista convocada para el 16 de marzo en Madrid, las entidades soberanistas empiezan a respirar algo más tranquilas. No parece hoy una quimera lo que parecía un objetivo inalcanzable: desbordar la capital española con una manifestación de apoyo a los presos políticos y en defensa del derecho a la autodeterminación que fuera, por ejemplo, superior a las 45.000 personas que se dieron cita hace unas semanas en la plaza de Colón para clamar contra el independentismo. La contratación de autocares por parte de la ANC camina a un ritmo alto y lo mismo sucede con la compra de billetes de viajes en AVE o en avión, más allá de los grupos de simpatizantes que acaben viajando con su propio medio de transporte a la capital española.

El independentismo, desde la ANC hasta Òmnium, las dos entidades que se han sincronizado desde el inicio del procés en movilizaciones exitosas y multitudinarias, ha hecho una apuesta importante con este acto, ya que nunca se ha producido una manifestación de esta naturaleza en Madrid. El hecho de que sea en defensa de los presos políticos debería movilizar también a una parte de la izquierda española que les ha dado apoyo, como por ejemplo, Podemos y sus confluencias.

La manifestación va a tener lugar con el juicio iniciado y cuando la gran acusación formulada por la fiscalía, la de rebelión, se ha ido diluyendo hasta quedar prácticamente nada. Tanto es así que en Madrid ya se da por seguro que aunque las condenas serán muy altas el delito de rebelión no estará presente. Se tiende a olvidar con mucha facilidad que Oriol Junqueras, Jordi Sànchez, Jordi Cuixart , Carme Forcadell, Jordi Turull, Joaquim Forn, Raül Romeva, Josep Rull y Dolors Bassa están en prisión provisional sobre todo por este supuesto delito.

A veces se olvida con demasiada rapidez este hecho y que es fundamental para entender la injusticia que han pasado y los déficits a los que han debido de hacer frente en la preparación de su defensa por esta circunstancia. También es importante, más allá de la solidaridad con todos ellos, trasladar a la opinión pública española que el juicio al que se encuentran sometidos no es ni mucho menos un hecho menor. El tratamiento que se le está dando en los medios de comunicación españoles no responde ni a su importancia, ni al conflicto abierto con Catalunya. El juicio es, en cualquier caso, un punto de inflexión en las relaciones y no hace más que tensionarlas. Demasiadas veces se quiere trasladar la idea de que el juicio es una cosa de los catalanes cuando la realidad es muy diferente. Claro que hay una diferente sensibilidad entre la sociedad española y la catalana pero es debido, en buena medida, a la desinformación que se ha generado en el poder político y mediático español.

De eso también irá la manifestación del día 16 en Madrid. De hacerse oír, de defender que la autodeterminación no es un delito y de trasladar al corazón de la sociedad española el enorme error que se ha cometido con un juicio cada vez más injusto a medida que avanzan las sesiones en el Tribunal Supremo.