Ha explicado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tras su audiencia de este lunes en el palacio de Marivent, que había trasladado al rey Felipe un mensaje claro: "Majestad, no va a haber referéndum". Seis palabras que no hace falta analizar con lupa, porque son de sobras conocidas, pero que serán sometidas a escrutinio público en 55 días. Tiene la importancia que el mensaje no se lo ha dado a usted o a mí sino al jefe del Estado, poco antes de que éste abandonara la que durante muchos años ha sido su residencia oficial de veraneo y ahora es tan solo sede de las mínimas fotos de rigor. 

Quizás Rajoy le dio en privado algunas ideas que tiene para evitar el referéndum o simplemente cuenta con que el Govern renuncie a colocar las urnas el próximo 1 de octubre, algo que debería descartar cuanto antes para no llamarse a engaño. Puigdemont y Junqueras ya han enseñado sus cartas. Públicamente Rajoy no ha dicho cómo va a impedirlo, quizás porque todas las opciones que tiene delante son malas. Algunas, incluso, pueden acabar generando descontento en dos mundos que tiene pacificados y, en parte, aletargados: el Tribunal Constitucional y los sectores unionistas catalanes menos militantes, aquellos más acomodaticios y esquivos a cualquier tipo de problema.  

Pero para las hemerotecas quedarán sus palabras claras y contundentes al abandonar una cita con el Monarca en Palma, que dicho sea de paso, tiene como único objetivo ayudar a la isla en la promoción del turismo y que, con los años, se ha ido haciendo incómodo para todos: para el presidente del Gobierno de turno, que tiene que viajar hasta Palma interrumpiendo sus vacaciones; para el rey, que no puede iniciar las suyas si antes no hay su cita con el presidente del Gobierno, y para los periodistas, que han perdido interés porque todo acaba siendo demasiado forzado e informativamente carente de interés.

Por cierto, si no es uno de los afectados por la huelga de El Prat y tampoco tiene amigos o familiares que hayan sufrido las consecuencias, puede leer lo que piensa el presidente del Gobierno sin irritarse demasiado: "Es un problema puntual". Y dicho eso, Rajoy volvió a subirse al avión de las fuerzas aéreas españolas que le había trasladado desde Vigo. Antes, la infantería del Partido Popular había traspasado parte de la culpa a la Generalitat. La posverdad.