¿Puede un juez [español] negarse a comparecer ante otra instancia judicial de un país extranjero [Bélgica] cuando lo que se dilucidan son acusaciones nucleares que afectan a su actuación procesal, como son la vulneración del derecho a un juez imparcial, un proceso judicial equitativo y justo, y el derecho a la presunción de inocencia? Debería ser que no, sobre todo cuando quien juzga en España, el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena, sostiene acusaciones de una gravedad máxima y que la justicia europea ya ha tumbado. Sin embargo, seguramente, acabará siendo que sí por dos motivos: en primer lugar, el juez ya ha pedido amparo al Consejo General del Poder Judicial ante la cita que le ha comunicado la justicia belga para el próximo 4 de septiembre y, en segundo lugar, porque nada hace pensar que quiera presentarse.

De hecho, Llarena debería declarar como acusado en la demanda civil que han presentado los miembros del Govern en el exilio, el president Puigdemont y los consellers Comín, Serret, Puig y Ponsatí. Un juez juzgado por otra justicia no debería ser nada tan especial, sobre todo porque los demandantes tienen hoy fijada su residencia en un país que no es España. No debería tener miedo Llarena y tampoco debería cobijarse en su condición de aforado, una situación que todos tienden a criticar en abstracto, pero a la que los 10.000 que se encuentran protegidos —una cifra récord en Europa— tienden a recurrir siempre. ¡Qué lejos estamos de Europa! En Portugal e Italia solo tienen esta protección los presidentes de la República; en Francia, el presidente, el primer ministro y su gobierno, y en Alemania, nadie.

Es evidente que Llarena no acudirá a Bruselas y que los canales de protección para que ello sea así acabarán funcionando. Cuando el magistrado apela al riesgo que la demanda tiene para la integridad de la jurisdicción española no solo se está defendiendo él, sino a toda la Sala Segunda del Tribunal Supremo, por extensión. Llarena no quiere ser examinado por la justicia belga. Y, mal que les pese a los miembros del Govern en el exilio, es normal que sea así: la vez anterior salió trasquilado del todo y a nadie le gusta que eso le suceda dos veces.

O sea, que el próximo día 4 todo apunta a que no será necesario hacer guardia ante la ya famosa escalinata del tribunal de Bruselas.