La visita de una delegación de Podemos encabezada por su secretario general Pablo Iglesias a la cárcel de Lledoners para entrevistarse con Oriol Junqueras y tratar de convencer a Esquerra Republicana para que apoye los presupuestos generales del Estado es, sobre todo, una gran derrota del Estado español, que ha impuesto la represión y la violencia por encima de la negociación y el diálogo. Junqueras repitió a Iglesias lo ya sabido: que su partido no se sentará en una mesa de negociación si no hay movimientos respecto a la situación de los presos políticos. 

Es obvio que el Estado ha fracasado cuando el gran socio del gobierno del PSOE en los presupuestos ha tenido que desplazarse hasta un centro penitenciario para tratar de sacar adelante las cuentas del Reino. Los esfuerzos de Pedro Sánchez por quedar al margen de la visita de Iglesias son en vano. Desde el primer día se sabe que sin la visita a Lledoners y a Waterloo para acercarse al president Carles Puigdemont, el gobierno español no tiene nada hacer. Las cuentas públicas están literalmente condenadas al fracaso.

Iglesias es el menos interesado en que esto suceda ya que es su gran apuesta. Sánchez, como siempre, juega a las dos cartas. Prefiere que salgan los presupuestos pero si no ya cargará el muerto a los independentistas, a los antipatriotas del PP y de Cs y quién sabe si incluso a Podemos. Aunque, para eso, aún falta tiempo.

Oriol Junqueras consigue situarse en el centro del debate político español. Esquerra hará lo que él diga y sus diputados en Madrid son así meros soldados de la estrategia del líder republicano. Su partido funciona, en este aspecto, como un reloj suizo. Junqueras tiene una estrategia y la desarrolla paso a paso. Nadie en ERC hace lo que no se espera de él, ni se sale del guión. La disciplina como un valor en un momento que la política catalana parece caminar sin rumbo en muchas ocasiones. El PDeCAT tiene aún mucho que aprender.