Lo imposible es temporal; nada es imposible. En más de una ocasión, Benoît Hamon, presidenciable del Partido Socialista a la máxima representación de la República Francesa en 2017, ha dicho que era uno de sus lemas y que hacía suyas las palabras del legendario boxeador Muhammad Ali, conocido también como Cassius Clay. El boxeador de Kentucky y Hamon no se conocieron, como tampoco el político francés conoce a los presos políticos catalanes que visitará este lunes en Soto del Real. Pero esta máxima de Ali a buen seguro es compartida por los miembros del Govern y los líderes de Òmnium y la ANC privados de libertad desde hace 531 días, los dos Jordis, que son los que llevan más días, hasta las 374 noches de Carme Forcadell, la presidenta del Parlament.

La visita de Hamon es, después del manifiesto de los 41 senadores franceses en apoyo del procés catalán, una nueva banderilla a la política del gobierno español. No es un apoyo explícito a la independencia el de Hamon, sino algo mucho más valioso en estos momentos a la hora de señalar el retroceso de libertades en España. Para Hamon, el recurso a la vía judicial para resolver el conflicto político y encarcelar a alguien por sus opiniones políticas son la antítesis del diálogo y la negociación que debería estar produciéndose. Hamon, como los senadores franceses, pide la implicación de Francia y de la UE.

Benoît Hamon es la antítesis de Manuel Valls. Los dos militaban en el Partido Socialista, uno en el ala más izquierdista y ecologista del partido y el hoy alcaldable en Barcelona por Ciudadanos en el espacio más liberal. Se enfrentaron en un combate aparentemente desigual a favor de Valls, en las primarias de las presidenciales francesas de 2017, y Hamon salió airoso y presidenciable. Fue el obituario político de Valls en Francia y quienes lo conocen bien aseguran que nunca soportó este doloroso momento: el desaire de sus compañeros socialistas que le vetaron incluso ser el candidato al Elíseo frente a Macron, Le Pen, Fillon y Mélenchon y el propio Hamon.

"Imposible es solo una palabra que utilizan los débiles. No es un hecho, es un desafío", también decía Cassius Clay, que lo fue todo en el ring, pero que sin duda fue más que un boxeador. Y en juego, nada menos que las libertades comprometidas en España.