Después de todas las discusiones que ha habido sobre cuál iba a ser el perfil de nuevo gobierno de Pedro Sánchez, el principal rasgo del flamante ejecutivo es la continuidad. Así, siguen al frente los responsables de las áreas más importantes del gobierno: Nadia Calviño (vicepresidenta económica), María Jesús Montero (vicepresidenta de Hacienda), Félix Bolaños (Presidencia, añade Justicia), Margarita Robles (Defensa), José Manuel Albares (Exteriores) y Fernando Grande-Marlaska (Interior). Incluso este último, envuelto en numerosas polémicas y con la policía y la Guardia Civil claramente en su contra, sigue contra pronóstico.

Sánchez manda dos mensajes diferentes: premia a su núcleo duro en un momento en que se dispone a afrontar el que va a ser el período más difícil de su estancia en la Moncloa y, en segundo lugar, resiste a presiones de diferentes colectivos, también del interior del PSOE, acabando con cábalas de cualquier tipo que pudieran haber. Aunque este primer círculo sigue en su puesto, es obvio que también ha habido algún premio aunque sea envenenado: el todopoderoso Bolaños lidiará, como titular también de Justicia, con la ley de amnistía, donde se va a concentrar, como se está viendo, el pulso con la derecha, en medio de una tensión política, mediática y ciudadana con pocos precedentes.

La segunda característica del Gobierno es la continuidad de la cuota catalana. Aunque, a primera vista, puede parecer que el PSC tiene menos peso al perder un ministro, esa es una lectura demasiado superficial. En el esquema de los socialistas catalanes había tres objetivos en esta negociación. El primero, evitar que, fruto de los acuerdos, Jaume Collboni acabara perdiendo la alcaldía de Barcelona. Eso era muy difícil, pero no imposible, ya que los pactos a veces comportan una derivada amarga. Ello no ha sucedido e incluso Junts, y de manera especial Xavier Trias, siempre se ha opuesto a que Barcelona fuera moneda de cambio.

Aunque puede parecer que el PSC tiene menos peso en el gobierno Sánchez, esta es una lectura demasiado superficial

Para el PSC también era importante que su primer secretario conservara intactas las posibilidades de ganar las elecciones catalanas previstas para febrero de 2025 si no se adelantan. Que el relato político del acuerdo con Junts y Esquerra sea el de la "reconciliación" y una menor tensión política en Catalunya. Argumentos ambos que ayudan a Salvador Illa a posicionarse en el espacio central, como se observa en las encuestas del CEO y en las pasadas elecciones municipales y españolas.

Había un último objetivo: no tener un ministerio que le lastrara electoralmente y ese era el de Transportes y Movilidad Sostenible, que hasta la fecha ocupaba Raquel Sánchez, exalcaldesa de Gavà. Con el traspaso de Rodalies acordado con Esquerra, era una verdadera patata caliente para el PSC, que iba a estar sometido, inevitablemente, a un cruce de discusiones que van a ser complejas y de futuro incierto. Mejor para ello un vallisoletano curtido en mil batallas como Óscar Puente que dejará a los socialistas catalanes a cubierto.

A cambio, obtiene Industria, un ministerio amable, que ocupará el exalcalde de Barcelona Jordi Hereu y que le servirá a Illa para reforzar sus relaciones con las empresas catalanas y hacer de puente en Madrid, algo siempre muy preciado para el sector empresarial, y que Illa ha priorizado siempre: solo hay que ver el peso de catalanes en empresas públicas o participadas por el Estado. En este contexto, perder Cultura y Deportes, el ministerio que ocupaba Miquel Iceta, no era tampoco ningún problema, ya que el ministerio, que además perdía Deportes, ha dado estos años poco lustre al partido.

La última noticia, no por esperada menos llamativa, es la salida de Podemos del gobierno español. Un movimiento arriesgado ya que la formación morada, con cinco diputados, puede ser un factor añadido de inestabilidad a la ya de por sí muy complicada legislatura. La vicepresidenta Yolanda Díaz se sale con la suya tanto en el aspecto político como, sin duda, también personal. Nadie competirá desde el espacio de la izquierda alternativa con ella y Sumar es el único referente. Veremos si es pan para hoy y hambre para mañana, como se puede fácilmente pronosticar, o, por el contrario, la manera de acabar definitivamente con Podemos y lo que supuso su irrupción en la vida política española.