Cuando decidimos poner en marcha El Nacional lo hicimos con la firme voluntad de ayudar a que la sociedad catalana, si en su mayoría creía llegado el momento de dar el salto definitivo del autonomismo al soberanismo, como así se venía demostrando electoralmente, tuviera un medio de comunicación que se identificara con esa nueva realidad. No el único, obviamente, pero siendo muy conscientes de que en un mapa comunicacional catalán muy dominado por el unionismo, donde el relato informativo se establece a muchos kilómetros de distancia y donde el interesado y muchas veces falso bombardeo mediático es muy difícil de evitar, nunca seríamos bastantes para revertir esta realidad de cada día.

Con este objetivo, salimos el 6 de marzo de 2016. Cuatro años después, la Catalunya que tenemos es diferente en muchas cosas, empezando por la represión impuesta al independentismo que ha llevado al exilio a miembros del Govern destituidos por el 155, mientras consellers y líderes sociales cumplen largas condenas en centros penitenciarios catalanes y hay cientos de personas con causas judiciales diferentes pero con un nexo común que es su pertenencia al entorno independentista. Se han cometido numerosos atropellos a derechos y libertades y allí donde no han llegado los tribunales de justícia o la JEC, el Estado español ha recurrido al Tribunal de Cuentas con objeto de añadir un sufrimiento más: la ruina económica de muchos políticos que solo se ha evitado con la caja de solidaridad.

Pese a todo ello y en unas circunstancias extremadamente difíciles, que han puesto a prueba la resiliencia de la sociedad catalana sigue siendo muy mayoritaria entre nuestros conciudadanos la causa de la libertad y la democracia. El derecho a poder decidir libremente, mediante un referéndum, el futuro de Catalunya. No hay pasos atrás en este objetivo por más discusiones, muchas de ellas irrelevantes, que protagonizan regularmente los partidos independentistas.

El Nacional se ha afianzado como un diario de referencia del país hasta situarse sin ningún género de duda por todos los medidores que auditan a los medios de comunicación como el líder entre los nativos digitales de Catalunya y también en lengua catalana. Si tenemos en cuenta los diarios digitales de todo el Estado, incluidos aquellos que también tienen ediciones de papel, el ranking de visitas en Catalunya según ComScore, lo encabeza La Vanguardia seguida de El Nacional, por delante de diarios con tanta historia com El País, El Periódico o El Mundo, por citar unos cuantos.

Son unos muy buenos resultados, impensables cuando salimos y que nos obligan a ser conscientes de lo que esperan nuestros lectores de nosotros. Y a corregir errores cuando los hemos cometido. Pero estas cifras son aún insuficientes para tener la fuerza necesaria para tumbar el relato, muchas veces manipulado, que llega desde Madrid. Necesitamos ser más lectores y que la comunidad de El Nacional llegue a abarcar, al menos, a todos aquellos a los que nos dirigimos. Si el carril central de la sociedad catalana vota una y otra vez, en cada una de las sucesivas elecciones al Parlament, a unos determinados partidos que tienen unos objetivos nacionales de sobras conocidos, eso debe acabar reflejándose en el mapa mediático en lo que respecta, al menos, a la prensa digital.