En el año que Carles Puigdemont lleva como president de la Generalitat ha demostrado, al menos, dos cosas: una gran capacidad para huir de políticas y refriegas palaciegas que le despistaran de la labor por la que aceptó el cargo y, en segundo lugar, una notable pegada cuando entra en el cuerpo a cuerpo con algún adversario. De su agilidad para salirse de la primera de las situaciones ha dado sobradas muestras estas últimas semanas manteniéndose firme en su compromiso inicial de no querer presentarse a unas futuras elecciones al Parlament y concentrarse en el referéndum, el objetivo de esta legislatura y el suyo propio. Con esta actitud ha ganado autoridad en esta fase del proceso aunque no se sabe si la suficiente para que prosperen los presupuestos en las próximas fechas.

La segunda característica es el punch que demuestra en sus movimientos, en los que huye de la retórica vacía y prefiere los golpes secos a las insinuaciones o frases interpretables. La carta que le ha enviado este lunes al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, para justificar su ausencia en la Conferencia de Presidentes es un claro ejemplo. No se limita Puigdemont a una carta de mera cortesía sino que en 20 líneas descalifica el foro de presidentes autonómicos -"en el pasado ya se han celebrado cinco, y si nos remitimos a su balance, es fácil llegar a la conclusión que este tipo de reuniones son solo una puesta en escena, pero sin ningún resultado productivo ni satisfactorio"-, reitera "el diálogo permanente para abordar el referéndum y el día a día de nuestro país" y le manifiesta que "como nación que somos, nos hemos ganado tener una relación bilateral con el Gobierno español".

Fortaleza institucional y paso al frente en la discusión con Madrid son los dos ejes con que el president Puigdemont ha abierto el compás de su presidencia excepcional. La conferencia pronunciada en el Teatre Romea de Barcelona bajo el título 2017, un any clau per al futur de Catalunya con la que ha querido visualizar los meses que faltan hasta el referéndum ya han permitido avanzar algunos de los problemas que hay en el horizonte y la necesidad de un cierto rearme del independentismo y de una mayor generosidad entre las diferentes formaciones. El día que ha empezado, por ahora sin mayores problemas, la discusión en la comisión parlamentaria correspondiente de los presupuestos y las partidas de los diferentes departamentos este comentario no es baladí ya que el compás que ahora se ha abierto no es seguro que reste así ajeno a nuevas turbulencias políticas.