Alrededor de 350 periódicos de Estados Unidos, encabezados por el The Boston Globe,  han publicado un editorial conjunto condenando los ataques que sufren por parte del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y defendiendo la libertad de prensa. Nadie se ha escandalizado por ello, Trump no hará ningún caso y ahí quedará para los anales de la prensa el día que colegiadamente los medios de comunicación de los EEUU muy mayoritariamente salieron en tropel por una causa tan imprescindible en cualquier país democrático como la libertad de prensa.

Evidentemente, a nadie se le ha ocurrido acusarlos de falta de pluralidad ni de independencia. La pluralidad y la independencia se juegan en otros terrenos de juego, no en un editorial conjunto. He buscado en España notas de protesta de medios de comunicación, de prescriptores importantes o de asociaciones de la prensa. Nada. Más bien elogios por doquier. La valoración más generalizada es que era necesario. Puedo estar de acuerdo. Hacer periodismo en Estados Unidos con un presidente como Trump degradando un día sí y otro también el papel de la prensa acaba recortando la libertad de prensa.

Pero si se puede defender la libertad de prensa en un editorial conjunto igualmente se podrá defender la injusticia, el ensañamiento y la libertad de un país. ¿O eso ya no porque afecta a la pluraridad y la independencia de los medios? Cuando en noviembre de 2009 la prensa catalana publicó un editorial conjunto en defensa del Estatut y advirtiendo de los riesgos de la arbitrariedad e injusticia que iba a llevar a cabo el Tribunal Constitucional cayeron sobre los medios catalanes toda clase de acusaciones, la gran mayoría por su presunta falta de independencia. Era obvio que las críticas de la prensa de Madrid tenían otro objetivo: rebajar el impacto de un acuerdo excepcional en defensa de Catalunya.

Con los años, y muy especialmente estos últimos tiempos, hemos visto editoriales conjuntos, titulares conjuntos, portadas conjuntas y mentiras conjuntas contra el Govern de Catalunya, el Parlament y su mayoría independentistas. De hecho, en un día triste como el del 17 de agosto en que se produjo el atentado de Barcelona y Cambrils y con los cadáveres aún no enterrados se inició la mayor campaña de descrédito contra la policía catalana que ha sufrido nunca un cuerpo de seguridad.

El editorial de la prensa de EEUU y el editorial conjunto de la prensa catalana podrán mirar a la cara a sus ciudadanos y lectores. El otro, el de la difamación y la mentira, no.